En tiempos como los que vivimos por cuenta del coronavirus, las relaciones y convivencia social se tornan un poco más difíciles pues todos los ciudadanos, independiente de su ocupación u oficio viven alterados. Indiferente de si es ciudadano del común, autoridad o representante de la salud, todos estamos alterados y no es para menos, el coronavirus acecha en todo momento y lugar, sin darnos tregua frente a las responsabilidades personales, familiares o profesionales y si a esta situación le sumamos ciertos comportamientos irresponsables e imprudentes, más tensa se torna la situación.
Los operativos ordenados por el Gobierno, autoridades departamentales y municipales son de obligatorio cumplimiento y corresponde en principio a la Policía Nacional aplicar los correctivos acordados y contemplados especialmente en el Código de Convivencia. Todo procedimiento policivo, por principio, molesta al ciudadano, que ve su libertad y tranquilidad vulnerada. Ante ello, los miembros de la institución en todos los niveles y grados tratan de ser más agradables frente al ciudadano motivo del procedimiento, que debe iniciarse por una requisa como medio de seguridad para el patrullero, quien una vez agotado el recurso, podrá sentirse seguro frente al requerido que molesta y a la que le sigue la identificación de la persona, para saber con quién está tratando el representante de la autoridad.
Como estos protocolos son tan molestos, de cara a la cuarentena y su cumplimiento, la institución excluyó estos pasos y solo identifica, para establecer si el requerido se encuadra dentro de las excepciones que contempla la cuarentena. Estos procedimientos donde el representante de la autoridad se pone en riesgo de contagio, acompañados del nerviosismo y alteración por la amenaza de que venimos hablando, se han convertido en piedra de escándalo y motivo de queja ciudadana contra la institución y sus hombres, olvidando los aplausos que días anteriores se promulgaron como reconocimiento a su ardua labor. Sin embargo, la misión se cumple con lujo de competencia.
Pero se está presentando un escenario bien complicado venido del sector ciudadano, y es que ante el requerimiento de uniformados, el exhortado se da a la tarea de filmar con su celular el procedimiento, demostrando su prevención e incredulidad hacia el profesionalismo del hombre policía, buscando motivos de queja por errores o actuaciones a su gusto poco ajustadas a la ley o código en mención. Esta nueva moda que en el fondo no tiene proscripción, altera la tranquilidad y previene al uniformado, que se siente intimidado y ve vulnerada su autoridad. Esto no tendría trascendencia si estuviéramos lejos de presiones, miedos y amenazas, si los procedimientos fueran rutinarios y no obedecieran a una pandemia que amenaza a todo el país. ¡Un llamado tanto a policías como a ciudadanos que se deben atemperar exponiendo lo mejor de su compromiso, con el control!