ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Septiembre de 2012

Negociaciones paralelas

 

El  camino hacia la paz no será fácil. El primero en reconocerlo ha sido el propio presidente Juan Manuel Santos, que se está jugando todo su prestigio y su lugar en la historia para poder recorrerlo. “Timochenko”, en su grandilocuente intervención manifestó que las Farc llegaban a la mesa de negociaciones sin arrogancias ni prejuicios. Ya está listo el escenario para los diálogos. Los actores están listos y todos tienen su libreto. Pero en el telón de fondo aparecen sombras inquietantes.

 

Y todo porque, además de estar dispuestos a conversar en medio del fuego cruzado, los medios todos a una están compitiendo en crear una mesa paralela mediática, en donde toman posiciones toda clase de opinadores serios y no tan serios, entrevistadores en busca de la chiva, así sea a costa de esa prudencia y esa mesura que ha recomendado el mismo Mandatario, y ese aquelarre informativo está tomando visos de caricatura de lo que debe ser un proceso serio y bien calibrado en sus métodos, sus desarrollos y sus objetivos.

 

Es así como los “farcos” han comenzado a soltar la lengua, careados por el mareo de los micrófonos y las cámaras, y desde ya están diciendo que, por ejemplo, ¡no habrá una sola reforma agraria sino cinco! ¡Que el detenido narcoguerrillero “Simón Trinidad” debe estar en la mesa de negociación como si fuera tan fácil convencer al aparato judicial norteamericano de que le suspenda la pena de sesenta años! ¡Que ellos son unos angelitos y que no son ni terroristas ni traquetos y que, como si fuera poco, tampoco tienen en su poder ningún secuestrado! En suma: unos angelitos porque todo ha sido culpa del “régimen”.

 

Desde luego cubrir todos los ángulos y los aspectos del proceso podrá ser muy democrático, ¿pero será lo más aconsejable? En esta mesa paralela de negociaciones, montada también sobre los sentimientos lacerados de las víctimas, hay poca cabida al perdón y olvido. No se puede enredar un proceso que debe llevarse con realismo, pero sobre todo con cabeza fría, con la dinámica de una industria informativa ávida de noticias sensacionales y muy coyunturales.

 

El presidente Santos, que es además un estupendo profesional de la comunicación, debe sopesar estos peligros. Lo mismo los editores de los distintos medios y saber que su mejor contribución es cubrir con mucha seriedad, puntualmente con plena responsabilidad, unos episodios que serán cruciales y definitivos para nuestro futuro como país y como nación. Los esfuerzos y logros de quince meses de bajo perfil pueden irse por la borda con los desatinos mediáticos de unos colegas atolondrados por la primicia.

 

Adenda. La plena participación de las partes que pueden ser claves en la mesa se logra y garantiza con el uso oportuno y eficiente de las TIC. Con “telepresencia” sentamos a esa mesa a “Simón Trinidad”. No hay que sacarlo de ninguna cárcel gringa.