ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Enero de 2012

 

El futuro conservador

 

El Partido Conservador colombiano no es hoy, como antaño, el Partido que decidía, sino se ha acostumbrado a que otros decidan por él. Nosotros siempre hemos alegado que nuestra gloriosa colectividad se “amorcilló” como los toros mansos en las corridas malas y se ha acostumbrado al papel de apéndice burocrático del liberalismo.

Esa cómoda atonía ideológica y ese aletargamiento programático ya son descarados. Por ello hoy se encuentra huérfano de grandes ideas y de grandes liderazgos y sólo atina a buscar alianzas operativas de ocasión y no está dando respuestas de futuro a los grandes retos nacionales. El Partido debería estar liderando, por ejemplo, la lucha contra la corrupción que se ha vuelto endémica y epidémica, y no lo está haciendo. ¿En dónde han quedado los limites éticos para el manejo de lo público que nos trazaran los fundadores y que fueran nuestra razón de ser? ¿Y dónde nuestros programas están apuntando a lo que obsesionaba a Álvaro Gómez, como era la urgencia de crear riqueza para apuntalar el aparato productivo y tener más que repartir?

¿Como se está sintonizando el Partido con el cambio tecnológico para poder competir, es decir, hacer cosas que los demás no hacen y así tener un lugar en la globalización?

El reto de Cepeda en su intento de rediseñar nuestro Partido es hacerlo sinceramente, a fondo, en forma intensa e extensa. Sólo así el Partido podrá recuperar su confianza y con ello la credibilidad de sus masas. La clave es modernización y actualización de una agenda programática modelo, asentada en nuestros principios y valores de siempre, esos mismos de los que nuestros politicastros han abjurado y vendido al mejor postor.

El Partido Conservador colombiano no puede tener como única preocupación la de si el presidente de turno se reelige o no. Necesita hacer un alto en el camino e ir en busca de sus propios líderes y de sus propias identidades. Y diseñar programas novedosos, claros, concretos y en sintonía con las necesidades y aspiraciones de un electorado que se ha petrificado en el tiempo y que como gran cosa no tiene otra finalidad que afianzar unos feudos regionales. Es claro que eso cuesta, pero hay que hacerlo y pronto. Lo demás son los “pañitos de agua tibia” a los que estamos acostumbrados y nos tienen donde estamos.

En días pasados advertíamos que el liberalismo sabe muy a las claras lo que tiene que hacer para consolidarse en el poder político. Mientras tanto el conservatismo permanece autista y buscando acomodo tras jefaturas que no son las propias. Por este camino toda su ambición se reducirá a dejar de ser el apéndice del liberalismo y convertirse en el apéndice de la U ¡y para allá va!.. ¿No será que por no elegir a Pastrana como jefe más pronto que tarde veremos a Uribe conduciendo nuestros destinos, como lo hizo durante todo su mandato? Si eso llega a ocurrir pues ¡apague y vámonos!