ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Febrero de 2012

Un Ministerio de ataque

Hace poco un guasón se preguntaba porqué todos los países tenían un “Ministerio de Defensa” y no había ninguno que se llamara algo así como “Ministerio de Ataque”, que sería lo lógico. A nosotros se nos ocurre que esa es, precisamente la pregunta que hoy deberían estar haciéndose en Colombia el presidente Santos, su ministro del ramo y los altos mandos militares y policiales. Y la verdad es que la cuestión no es meramente semántica.
Allá por la década de los sesenta y quizás por influencia gringa ocurrió el cambio de nombre. Si nuestra cansada memoria no nos es infiel, el último ministro de Guerra fue el general Alberto Ruiz Novoa, a quien el presidente Guillermo León Valencia se complacía en llamar “el Ministro de la Paz”.
Pero volvamos al meollo del asunto. Es evidente que la gran huella histórica del expresidente Álvaro Uribe tiene que ver con su política de seguridad democrática que durante ocho años terminó radicalmente con la percepción generalizada de un país que estaba al borde de su colapso institucional por culpa de una demencial espiral de violencia y desorden público, porque las Farc y todos los grupos terroristas al margen de la ley llenaban de sangre hogares colombianos. Eso nadie lo puede negar y ese es su gran legado.
Eso, infortunadamente, parece haber cambiado para mal, ya que ahora los colombianos tenemos la percepción y muchos la convicción de que los bandoleros de todos los pelambres se están volviendo a adueñar de los escenarios de confrontación. Santos fue elegido por nueve millones de votos por la buena parte de responsabilidad que había tenido en el arrinconamiento de los violentos. Pero, ¿qué diablos está pasando?
Han vuelto la toma y destrucción de poblaciones, de oleoductos, gasoductos y torres de energía, y los mandos militares y policiales se han vuelto de nuevo sastres de oficio, “tomando medidas” después de cada desastre. Estamos viendo renacer a unos faracos envalentonados que todo parecen menos que estén arrinconados. No es nada serio que nuestro joven y flamante “Ministro de Defensa” hable de un “cobarde atentado” contra un convoy militar. Lo grave de la situación es que siempre la sorpresa y la iniciativa están de lado de los malos y nuestros buenos soldados y policías sólo se limitan a actuar reactivamente. ¿En donde han quedado las estrategias de ataque y arremetida?
Cuando Dunkerque Churchill advertía a los que se congratulaban por el éxito del rescate inglés “Las guerras no se ganan con evacuaciones exitosas” y cien años antes Napoleón nos recordaba que la mejor defensa es el ataque al señalar que “La victoria no se alcanza defendiéndose”, lo que en idioma claro y sencillo querían decir es que “a una ofensiva jamás la emboscan”.
Estamos volviendo a esos azarosos tiempos en donde los asaltos terroristas eran pan de cada día. Y con todo el respeto que nos merece, el señor Presidente no puede seguir amonestando a los violentos como si fueran párvulos de kinder y mostrándoles lo mal que se comportan. Apersónese del Ministerio del Ataque, y haga como su antiguo Jefe, no pierda el tiempo “tomando medidas” sino exigiendo resultados, y si no los hay haga lo que hacía Uribe... remplace a los incapaces y a los timoratos.