Durante el siglo pasado, malas intenciones o confusas señales habilitaron la teoría de que las mujeres responden No cuando quieren decir Sí. Relevo generacional, la generación milennial superó la sumisión de sus antepasados, y empoderó el No, reivindicando que No es No.
Aunque parezca negativo, ese cambio es positivo pues renuncian a sobrellevar la corrupción empresarial. Verbigracia, imagine la siguiente escena: en la era de la impaciencia y la mensajería instantánea, un jefe asigna a un empleado, con sentido de urgencia, una tarea que alguien más no terminó a tiempo, o que pidió la alta gerencia para Ya.
Siendo diligente, aquel subordinado analiza el caso, y, respondiendo de manera asertiva, rechaza la orden. Aunque parezca irresponsable es probable que esté sobrecargado; además, entiende que no es viable ofrecer una solución que no sea producto de la improvisación, y que saliendo al rescate de su jefe reforzará la recurrencia de esas anomalías normalizadas.
Imagine los conflictos que estas situaciones acarrean, porque la alta dirección no come el mismo cuento a los supervisores. Muchos deben tragarse su orgullo, pues les delegaron hacia arriba, y reconocen el abandono en el que se encuentran, entre los repelentes extremos que comprimen a esas capas intermedias.
Colaborador, término de moda en las empresas que aparentan promover la gestión consciente y responsabilidad social, nunca había cobrado significados tan materiales. Por si acaso, es consabido que ahora la exigencia presupone acoso laboral; en otro caso, estimula a la Gran Renuncia.
Superando esas reacciones primarias, permítase elaborar reflexiones y construir conversaciones difíciles, a partir de los cuestionamientos que formulan muchos empleados, debido a la incoherencia en el propósito de las tareas designadas, y la carencia de sentido en las órdenes emitidas por los jefes.
La “reunionitis” es uno de los muchos síntomas que todos padecemos, y que reflejan problemas estructurales y funcionales, asociados al estancamiento de las creencias y lógicas que gobiernan. Es probable que no haya tiempo suficiente para atender el inagotable volumen de tareas y reprocesos, y que las personas rueguen el suministro de clones para no dejar plantadas muchas reuniones, por asistir a otras en las que también sienten estar en el lugar equivocado.
Es fácil señalar a los jefes inmediatos, como embudos del absurdo flujo de trabajo. Lo difícil es reformular los modelos de gestión, pese a que se introduzcan modas como Agile, si pretende dotar con autonomía y flexibilidad a los equipos de trabajo, y Kanban, si procura que haya balance de cargas, para que los empleados dejen de parecer malabaristas Multitask.
La causa raíz está en la alta gerencia. Por ejemplo, Tesla ha ejecutado un despido múltiple de empleados que cuestionaron las felonías de su fundador, Elon Musk. Además de expresar vergüenza por las inapropiadas publicaciones de ese magnate, en redes sociales, exigían que, sin importar los privilegios del cargo, todas las personas respondieran de igual manera cuando demostraran comportamientos inaceptables.
Teoría de restricciones, cuando los empleados dicen No, el sistema no se ralentiza: se descarrila o paraliza.