FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Enero de 2014

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

“Pa que se acabe la vaina”

“Ala clase dirigente no le interesa garantizar una buena educación”

Leyendo la última publicación de William Ospina,  que lleva el título de este comentario, se tiene la sensación de estar repasando  a Octavio Paz en su “Laberinto de la soledad”. Reflexiones acerca de los pueblos, víctimas de su clase dirigente y las repercusiones  que en el inconsciente colectivo han tenido los atropellos y las traiciones sufridas por sus gentes. Quizá ahí radiquen las causas profundas del conflicto social crónico que coloca a esta Nación en desventaja con el resto del mundo desarrollado. Hay que reconstruir la historia para no seguir engañados y eso es lo que se propone este ensayo recomendado para entender la justificación del proceso de paz.   

Despierta inquietudes y denuncia injusticias en la medida en que sin mayor esfuerzo muestra cómo la lucha de independencia se hizo sólo para beneficio de las clases privilegiadas de los criollos y que las reivindicaciones del populacho, indios y bastardos,  se han postergado indefinidamente, pues el discurso de la revolución fue solo una mentira que se sigue repitiendo de generación en generación.

“La independencia hispanoamericana, como la historia entera de nuestros pueblos, es un hecho ambiguo y de difícil interpretación…. Los grupos y clases que realizan la Independencia en Sudamérica  pertenecían a la aristocracia feudal nativa; eran los descendientes de los colonos españoles, colocados en situación de inferioridad frente a los peninsulares …las clases dirigentes se consolidan como las herederas  del viejo orden español.., pero se muestran incapaces de  crear una sociedad moderna”. (Octavio Paz, Ob. cit.)

 “Los dueños del país partían del supuesto colonial de que esa comunidad era inferior, y ello no les permitió entender que los procesos educativos, que el respeto por su creatividad cultural…era el camino para conformar una sociedad grande y respetable”. William Ospina Ob. cit.)   

 Andrés Oppenheimer analizando la condición precaria de las educación no tiene empacho en afirmar que “Los gobiernos latinoamericanos no sólo alardean sobre sus logros en el campo académico y científico, sino que la gente parece convencida de la competitividad de sus universidades. Las grandes universidades latinoamericanas están blindadas contra la rendición de cuentas a sus sociedades gracias a la autonomía institucional de que gozan. Son las vacas sagradas de América Latina. (Basta de historias)

 El resultado de la prueba Pisa dejo el nivel de la educación en Colombia por el suelo, no obstante la señora ministra de Educación, con descarado disimulo salió a replicar esa realidad, realidad que tiene un sentido inequívoco: a la clase dirigente colombiana no le interesa, por las razones ancestrales brevemente citadas, garantizar una educación que le permita a ese pueblo ignorante y  estratificado, adquirir los conocimientos suficientes para cambiar la realidad nacional. A los privilegiados de la lucha emancipadora no les preocupa esa falencia mundialmente conocida, pero se sienten orgullosos de que el país cuente con el ¡tercer ejército más grande de América! Son esa casta que no quiere la paz  “Pa que se acabe la vaina”.

¡Feliz año!