Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Diciembre de 2014

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

Dogmáticos, pragmáticos y fanáticos

El   presidente Santos se atrevió a expresar, a vuelo de pájaro, lo que muchos piensan pero callan por temor a la censura y a las descalificaciones morales: “que el narcotráfico es ilícito conexo con los delitos políticos imputables a la subversión”. No alcanzó a terminar el mandatario su exposición cuando se desató un diluvio de opiniones al respecto. Tirios y troyanos, lanza en ristre,  se baten en la contienda por su razón, cada uno con argumentos que van desde las posiciones dogmáticas, pragmáticas,  fanáticas, hasta la diatriba insultante y popular.

Los dogmáticos, obviamente, construyen su discurso a partir del análisis del comportamiento ilícito confrontado con las tesis que la ciencia jurídica ha sentado alrededor de los valores que, supuestamente, la ley promueve en orden a desarrollar el principio “Salus populi suprema lex esto”. Entonces, de ninguna manera es admisible la inquietud confesada por el Presidente, porque el sistema no la acepta ¡y la Fiscal de la Corte Penal Internacional ya prohibió siquiera pensar en este sentido! Y su veredicto es un dogma irrefutable,  según el Tratado de Roma.

Los pragmáticos, cada uno desde su punto de vista interesado, aducen sus apoyos y censuras. Acuérdese que quienes defienden esta filosofía miden las soluciones según la utilidad que su práctica ofrezca en la realidad. No hay verdades absolutas. “La verdad no es un valor teórico, sino también una expresión para designar la utilidad” (Nietzsche).

Así las cosas, plausible será  la propuesta  en tanto los beneficios que reporte convengan  a los grupos de intereses  que se mueven en torno del debate de la paz; admitir  echar todos los huevos en el mismo canasto si se quiere salir adelante en los propósitos de acabar el conflicto, es el desiderátum a resolver. En síntesis, todo depende de que la paz arroje beneficios, independientemente de su costo. El fin justifica los medios. (Maquiavelo)

Los fanáticos, que son la gran mayoría, a diferencia de los dogmáticos y pragmáticos, no aducen argumentos y no lo hacen porque la generalidad piensa emocionalmente, esto es, con las vísceras. Sicológicamente no están en condiciones de reflexionar, su pasión enfermiza les obnubila la razón y solo buscan satisfacciones; su afán es la victoria, imponerse sobre el otro: el hombre es el lobo del hombre, la vida es un “bellum omnium contra omnes”  (Thomas Hobbes).

Por último, la “Vulgata”, la opinión del público manipulado por la opinión pública, argumenta con la grosería, el chiste procaz, la infamia e intemperancia; se transmite a través de todos los medios de comunicación, -las redes sociales- inducida por anónimos históricos.

Quien tiene la razón? Los dogmáticos que aplaudieron la leyes de Hitler o de Rojas Pinilla? Los pragmáticos que constitucionalizaron el Frente Nacional? Los fanáticos que reeligieron simoníacamente  a Uribe? La canalla que obedece a sus instintos primarios?  La respuesta  se alcanza apelando a la práctica democrática, que es la vía para que impere la soberanía del pueblo. (Rousseau).