Fidel, el ocaso de una leyenda | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Diciembre de 2016

Era de esperarse, más pronto que tarde la muerte del ya nonagenario Fidel Castro, un líder indiscutible que marcó una época en la historia de la humanidad. Murió en su ley y con sus ideales. Se apoderó de su país, hizo de el un feudo dinástico, lo manejó con mano de hierro, cometió miles de crímenes que los enmascaró a nombre de la libertad. Fidel ofreció salvar al hombre matando al hombre. Los cubanos perdieron su libertad e iniciativa desde aquel 31 de diciembre de 1959 que se selló la revolución con la toma de La Habana. Varias generaciones crecieron sin conocer nada del mundo, sin la posibilidad de disfrutar una pastilla de chicles Adams, sin tomarse una Coca-Cola y menos comerse una hamburguesa.

Fidel impactó al mundo, fue una estrella, una celebridad, se enfrentó al poderío norteamericano después de que los traicionara cuando ellos fueron quienes apoyaron y financiaron la revolución cubana. Fidel se pasó al otro bando enviando al Che Guevara a Rusia como ministro de economía de la revolución y consiguió dinero de ellos hasta la disolución de la Unión Soviética. De ahí se abrieron al turismo y luego se prendieron de Venezuela, país que ordeñaron hasta ahora que la ubre se está secando.

Su influencia fue muy grande, inspiró a muchos países que movidos por líderes quisieron seguir ese camino: Nicaragua con Daniel Ortega, Venezuela con Hugo Chávez, Bolivia con Evo Morales, Argentina con los Kirchner, Chile con Salvador Allende y algunos otros.

Fidel quiso exportar su revolución al mundo, envió 36 mil cubanos a África, motivó a regímenes de izquierda por todo el mundo, pero todo ello fue un fracaso. A Colombia le dejó dos regalos: Las Farc y el ELN, miles de muertos, secuestrados y extorsionados, 52 años de guerra, petróleo derramado, daños ecológicos  y miles de hectáreas de coca y marihuana. En 55 años de esta historia no queda nada de esa influencia, solo pueblos esclavizados, atrasados, suprimidos y deprimidos, empobrecidos e improductivos. Ese es el balance objetivo y legado de lo que fue la revolución cubana de Fidel Castro.

No obstante lo anterior, no se puede negar la grandeza de este hombre, su enorme capacidad dialéctica, producía fascinación en muchos. La historia lo recordará siempre y futuras generaciones oirán hablar de él con curiosidad. Los rebeldes armados perdieron su referente, porque desde hace mucho tiempo Fidel se había desencantado de la lucha armada cambiándola por la política,  así se lo expresó Fidel a las Farc y al ELN y a todos los reductos violentos, que era mejor y más fácil apoderarse de los países con el discurso que por las armas.

Fidel después de despotricar por 54 años del imperio yanqui, terminó amistándose nuevamente con ellos. Fidel murió y con él el ocaso de una leyenda. Cuba tomará ahora el mismo camino y ejemplo de la China, pero el régimen continuará por algunos años más. ¡Paz en su tumba! Si es que la alcanza.

arangodiego@hotmail.com