Quería conocer el mundo y escalar al segundo pináculo. Esa meta le demandó titánicos sacrificios que fue superando aceleradamente. Se impuso esfuerzos sobrehumanos que le fueron devorando los mechones. Los libros que no leía los escribía. París fue su segundo deslumbre que no alcanzó a conocer por sus prioritarios estudios que empezaron con apuntes de Antonio Nariño. Quería dedicarse a los derechos humanos. Tras dos másteres lo reclamó un doctorado, que al parecer lo apartó del hombre de los derechos. Dicen sus alumnos de muchas universidades a las que enalteció con su sabiduría, que si no fue el mejor, fue el segundo, profesor en distinguirse.
Cuando “ñeñe” hizo el milagro, encontró la manera de avanzar aceleradamente hacia un segundo lugar, en un gobierno que parecía apasionarse con la paz y los derechos humanos. Pero ante todo para conocer mundo. Cualquier viaje lo extasiaba. Conocer viaticando era su pasión. 83 veces durante año y medio acarició las sillas aéreas; 15 al exterior, entre las cuales, una para recibir reparos por los asesinatos de líderes sociales. Prometió arreglar las cosas e invitar a un alto funcionario de los Derechos Humanos a corroborarlo, reunión que nunca se cumplió.
Luego estuvo muy ocupado en su campaña para la Fiscalía -de bolsillo, dicen algunos-. Mostró nuevamente sus altísimas calidades que deslumbraron a sus electores. Era más preparado que un kumis y merecía el cargo.
Como quería conocer el mundo, ordenó como segunda gestión tras su posesión, preparar el jet de la Fiscalía. Hasta entonces sólo Santodomingo, Ardila y De la Espriella, habían tenido jet ejecutivo, con sus propios recursos, no con dineros de los colombianos. Así nació “Fiscalía Airlines”.
Con jugosos viáticos se dedicó a conocer el mundo y lo hace con toda su familia.
Cuando volaba a 7.800 metros sobre el mar de los siete colores, descubrió su cenit: era el segundo hombre sobre ese mar. No se sabe si el primero era, Dios o Duque.
Este es el hombre que quiere conocer el mundo y dirigir el anglosajón Sistema Penal Acusatorio que nos “clavó” la Constitución del 91. Este segundo de Colombia ha cometido tantos errores y desaciertos, que debería acudir a la letra “R” del diccionario. El mejor servicio a nuestra maltrecha justicia sería cambiar al derrochón.
BLANCO: El Espectador no desaparecerá, entrará a la era digital durante la semana e impresa los domingos.
NEGRO: Duque no quiere respetar a la “rebelión de las canas”. Dice que los viejos (abuelitos) deben estar encerrados.