Fortalecer al pobre sin exterminar al rico | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Junio de 2018

Un izquierdista sostenía: “La riqueza es un delito y el rico es un delincuente”. Yo le contra-argumente: entonces Shakira, quien gracias a su talento excepcional goza de una enorme fortuna, destinando parte de ella –Fundación Pies Descalzos, -educa gratis a doce mil niños pobres- ¿es una delincuente?  Multitud de instituciones educativas, culturales, científicas y sociales son sostenidas por millonarios colombianos. Un solo empresario, podría citar muchos   -Sarmiento Angulo- da empleo a 20.000 colombianos. ¿Qué sería de éstas 20.000 familias sin los salarios y la seguridad en salud que les concede esta organización económica? Venezuela, el país más rico de América Latina, potencia petrolera mundial, se arruino por perseguir a los empresarios y señalar a los creadores de riquezas como unos “vulgares explotadores”.

Claro que la pobreza incomoda, molesta, irrita y es áspera, pero la solución no puede consistir en arrebatar a los líderes del emprendimiento sus terrenos, sus fábricas, sus propiedades y sus ahorros.

Seguramente algunos han acumulado capital en forma ilícita o cuestionable. Pero esto es la excepción y con excepciones no se pueden hacer falsas especulaciones.

En uno de mis libros escribí: “la pobreza es arcaica estructura social; bajas tasas de ahorro e inversión, reducida productividad de las tareas económicas, atraso científico y tecnológico, carencia de investigación científica y tecnología, uso de maquinarias obsoletas, bajos índices de industrialización, atraso en el área de servicios modernos, alto porcentaje de población dedicada a actividades primarias y a veces ilícitas. Escasez de capitales, baja productividad de la economía, explosivas tasas de crecimiento demográfico, reducida esperanza de vida, altos índices de mortalidad, altos niveles de desempleo y de economía informal, bajos índices de población económicamente activa en relación con la población inactiva, marginación social, elevados niveles de analfabetismo, desnutrición, insalubridad, cinturones de vivienda precaria en torno de las ciudades, bajo producto interno bruto, salarios reducidos, menguadas rentas de capital, antigua participación nacional en el producto mundial, economía exportadora de materias primas -vendemos barato y compramos caro a las potencias-, poca influencia en el momento de tomar decisiones en el ámbito local o nacional”.

No solo Rusia, China y varios países del norte de Europa practican una sabia política económica consistente en hermanar el “capital con el trabajo”.

Marx olvidó la defensa de los derechos de la “mujer”. Marx olvidó al tema ambiental o ecológico. No han faltado proletarios demenciales que dicen: “ahorcamos a los ricos y convertiremos sus cenizas en riquezas”. Todo esto parece insólito. La sensatez debe prevalecer. Sin paz, sin respeto a los diferentes, sin ánimo de convivir, todo fracasará. El país debe ser un gran bus en que todos nos podamos acomodar. Las guerras engendran nuevos rencores y prolongan los conflictos en forma indefinida. Felipe González anotaba: “La tragedia del mundo consiste en que los ricos saben crear la torta de la riqueza, pero no la saben repartir; hoy los izquierdistas -caso Venezuela- saben repartir la torta, pero no la saben construir o elaborar”.