No habrían terminado de celebrar la aprobación de la ponencia de la reforma a la salud en la comisión 7, ni de abrazar a la ministra Carolina Corcho, cuando el presidente Petro aguó el espectáculo.
El tacto y la experiencia política del mandatario le señalaron nuevos caminos a seguir y a tomar otras urgentes decisiones. Y así procedió, sin haber analizado un consejo que tempranamente, ese mismo día, le dio, cuando se analizaban los análisis de la reforma Corcho: “Washington, expresó cuando terminó su mandato que las democracias deben actuar con moderación”.
Petro, quien había calificado de mentiroso al Nobel Santos por sus apreciaciones sobre la reforma, sin la aconsejada moderación, procedió a despachar a 7 de sus ministros, incluida Corcho, a quien marchitó su triunfal sonrisa.
Entre tanto el liberalismo, la U y el conservatismo, protestaban aún por el “conejo” que les había jugado la ministra Corcho con unas modificaciones previamente acordadas que no fueron incluidas. Así las cosas, lo logrado en la Comisión 7, con posibles mermeladas actuaciones, quedaban en la cuerda floja.
Ya entonces, el jefe de Estado, la vio grave y procedió a tomar decisiones sin la recomendada moderación. No midió lo que vendría.
Por segunda vez en 8 meses y 20 días de gobierno, tocó el gabinete. Se reunió con sus ministros el miércoles 26. Todo fue silencio. El único orador fue Petro, para anunciar que su gobierno estaba comprometido con el cambio que le ordenaron los millones de electores. Y ni las gracias les dio: solo explicó su ánimo de un gobierno nacional, que pocos entendieron. Los despedidos procedieron a tomar papeles y apuntes que tenían sobre la larga mesa del Consejo de Ministros y chau.
Previamente Petro, con su consejero Ricardo Bonilla, fueron escogiendo cesantes, encabezados por José Antonio Ocampo, hecho que fue el baldado de agua fría que recibió el mundo financiero, pues era el líder y garante de una economía acertada que le impartía confianza al mundo económico.
Así fue, el quite y pone restante. Cecilia López, había criticado la política energética y estaba ya esperando su destitución, “pero muerta de la risa”. En turno llegó Carolina Corcho, que fue como el “palo” de las echadas, tras el arduo trabajo que tuvo con la reforma. Alfonso Prada fue el cuarto, que en esos precisos momentos atendía uno de los graves problemas nacionales. El lapicero tacho enseguida a Sandra Urrutia, a la Mincultura y a Guillermo Reyes de Transporte. Dicen que era ficha de la primera dama. Guillermo Alfonso Jaramillo, llegó al puesto de Corcho. Era candidato a la alcaldía de Bogotá. Luis Fernando Velasco, tendrá el ministerio del Interior, Mauricio Lizcano el Tic. Buenos, muy buenos.
En todo el país se espera que Petro haya acertado, aunque aterra la falta de moderación, porque… ¿cuándo será la próxima crisis?
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