Ay Manizales del alma…
LA hermosa y dinámica capital de Caldas ha pasado de la sed a la inundación, de un incendio estilo romano a la reconstrucción, de una destrucción telúrica a la recuperación, del deshielo del Ruiz a la superación, pero no ha logrado sobreaguar al desgreño político que la ha acosado.
Apenas superaba el desastre anunciado de su acueducto, que por imperdonable imprevisión dejó a una población de más de 400 mil habitantes sin agua por varias semanas, cuando también, por negligencia y desidia, no se vigiló la tubería más desgastada, para impedir que la presión del agua que llegaba nuevamente, pudiera explotar, como en efecto ocurrió.
La ruptura del tubo hizo que se formara una enorme cascada desde la cúspide del barrio Cervantes. Ni los bomberos, ni el acueducto, ni autoridad alguna, atendieron las llamadas de los vecinos. Esa zona estaba bajo alerta roja por el invierno, pero ello no importó.
Cabe destacar que Manizales está asentada sobre un terreno deleznable y con pendientes muy empinadas, que dificultan cualquier construcción. Por ejemplo, hay edificaciones que por un lado tienen un piso y por su parte posterior cinco y hasta seis niveles. Anualmente, hay tragedias similares, porque tampoco ha habido planificación, ni control a las construcciones. Uno de estos asentamientos es el barrio Cervantes.
Como no hubo atención por parte de las autoridades, el tubo roto hizo que la tragedia escribiera su melodrama, que costó la vida a cerca de cien compatriotas. Ay Manizales del alma, vivió nuevamente el terror que cobró la vida de Guillermo González, compositor del himno de la ciudad de las puertas abiertas, cuando un terremoto derribó parte de la torre de la Catedral.
La pujanza de sus gentes se sobrepone y sorteará la fatalidad, pero hay que avanzar, porque allí, y en mil lugares más de esta Colombia adolorida, existen situaciones semejantes. Hay que vigilar todos los asentamientos urbanos y rurales, para evitar que construyamos en sitios riesgosos. Estamos atravesando la época más propicia para desastres como este. Aún es tiempo de evitar nuevos infortunios, si la vieja y voraz política nos lo permite.
Blanco. La sentencia del general Naranjo: “Hay voces que hablan basadas en sentimientos y no en razones”, al referirse a la moral de las Fuerzas Militares.
Negro. Los malos manejos de los fondos de Sayco, que condenan a la miseria a los autores y compositores.