GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 23 de Mayo de 2012

Razonemos sobre atentados

 

Con los últimos acontecimientos nos vemos obligados a pensar un poco sobre cómo estamos enfrentando este tipo de actos que conllevan un alto índice de violencia. Así en todos los atentados no se utilicen explosivos, que suelen ser el mayor indicativo del terrorismo por el impacto producido en la población, sí contienen un mensaje terrorífico que no vamos a estudiar; centrémonos pues en los atentados. Analicemos los componentes que forman la cápsula de seguridad para una persona, destacando como principal actor al protegido, seguido del dispositivo humano y por último tenemos el equipo puesto a disposición de la misión.

Los personajes que ameritan un esquema de protección tienen una serie de obligaciones que cumplir, entre las principales escuchar las recomendaciones del jefe de escoltas, evitando fisurar por descuido o falta de experiencia el equilibrio estratégico; adoptar algunas conductas acordes a la situación, evitando desplazamientos innecesarios, reuniones sociales, asistencia a eventos, restaurantes, espectáculos públicos; en fin, reconocer que tiene limitaciones en su vida, condición extensiva a la familia. La gran recomendación es restringir la actividad social al círculo familiar, salvo contadas excepciones; es importante mantener buen entendimiento con los hombres encargados de la seguridad evitando compromisos y familiaridades más allá del servicio que, aunque es una línea difícil de mantener, urge respetarla pues la amistad o compadrazgos dificultan el ejercicio de la autoridad coartando la libertad en el mando.

En cuanto al equipo humano, vive por formación en alerta permanente, efectuando cambios de rutas, observando constantemente el perfil sociológico del vecindario en sectores frecuentados, ajustando a diario los protocolos para abordajes y desembarcos del escoltado, tratando de generarlos en garajes cubiertos, lo anterior sin olvidar la comunicación del grupo para actuar ordenadamente. La coordinación entre vigilado y esquema se exige puntual, existiendo previos acuerdos ante situaciones riesgosas evitando la improvisación de cara a un incidente; cuando el tiempo de servicio con determinado personaje pasa de dos años, el jefe del esquema se compromete a recomendar los relevos del caso, lo que constituye una vacuna contra la rutina e inercia, esperando comprensión y aceptación del protegido.

El responsable de medios ordena actualizar constantemente el estudio de seguridad para adaptarlo a los cambios de situación, de donde se puede desprender la terminación del servicio o su reforzamiento; especial cuidado merece el vehículo, su nivel de blindaje, estado mecánico y tiempo de uso, el armamento, calidad, cantidad y estado de la municiones, sin olvidar las comunicaciones, que reclaman revisiones constantes y ajustes tecnológicos.

Como vemos, son múltiples los aspectos para tener en cuenta sobre estos temas. Seguramente si los observamos, añadiéndoles capacitación permanente a la Fuerza Pública y los escoltados colaboran, reconociendo en el esquema hombres profesionales formados para la misión y no servidumbre a su servicio, lograremos neutralizar muchos intentos de atentado.