GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 31 de Octubre de 2012

El posconflicto

 

Apostándole al éxito de las negociaciones para lograr el fin del conflicto y consolidación de la paz, no puedo dejar pasar inadvertido este tema debatido en otras oportunidades, rogando lograr atención de los responsables ante tan importante aspecto del  futuro patrio, pues de no atenderse este escenario con el cuidado requerido sustentándolo en herramientas jurídicas y legales, nos podremos ver desbordados por situaciones violentas, hijas del accionar guerrillero frente al nuevo contexto.

Sostengo este concepto apoyado en anteriores negociaciones que nos dejaron experiencia dolorosas, al percibir disidencias de grupos renuentes a desmovilizarse, sumándole el advenimiento de pandillas interesadas en continuar delinquiendo, sostenidas con  intimidación, logrando  permear las capas sociales extorsionando y sobreviviendo amparadas en estos reductos criminales, que identificamos como Bacrin, difíciles de neutralizar por impulsar nuevos perfiles delictivos. Lección aprendida de obligatoria observancia  e imposible de repetir.

Apoyados en la esperanza miremos la problemática futura,  concentrados primeramente hacia  el desarme, no solo  físico, sino el   desarme  de  mentes,  corazones  y resentimientos,  urge pensar    quien hará ese trabajo ¿esos talleres, donde los desmovilizados entiendan y acepten su nueva condición de cara a la sociedad?  Apremia  reconocer  que  estos hombres no tienen capacidad laboral, unos por haber ingresado muy jóvenes a las filas  y otros por desuso, de manera que apremia habilitar esta población en diferentes disciplinas de utilidad nacional, posiblemente con esfuerzo logremos mano de obra calificada, otra inquietud surge al evaluar si para su reinserción  es recomendable mantenerlos en el campo, allí cerca a su terruño, contiguo al familiar, o concentrarlos en ciudades buscando mejores recursos académicos y comodidades logísticas; son inquietudes fáciles de despejar pero conllevan alta responsabilidad porque si este aspecto falla tendremos una desbandada de funestas consecuencias sociales imposible de controlar, convertida en reto para la fuerza pública sin respaldo jurídico acorde con el momento criminal, el optimismo no puede cegar la necesidad de dotar jurídicamente al Gobierno con tiempo suficiente para enfrentar nuevas modalidades delictivas heredadas del conflicto.

Por otro lado se han escuchado voces recomendando su inserción a las filas de la fuerza pública, pretextando un  potencial en el uso de armas y conocimientos sobre confrontación armada. Me permito llamar la atención contra esta posibilidad, por ser la más facilista pero la menos acertada y refiero un solo peligro;  los hombres de la fuerza pública en  formación, necesitan un período de  capacitación, recibiendo una instrucción depurada a través del tiempo  y concebida para lograr servidores públicos comprometidos con la ciudadanía y las instituciones, no obtente tanta dedicación y cuidado, el país es testigo de  desafueros, equivocaciones, exceso y violaciones de los  derechos  humanos  cometidos por los uniformados, estos sin  llevar consigo el lastre del conflicto, como sería  el desgaste del país y  las instituciones ante los excesos de aquellos reinsertados.