Gerlein, los andinos y los caribeños | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Junio de 2018

Roberto Gerlein Echeverría como político fue un “no conformista”.  Vivió de acuerdo con el desacuerdo y en desacuerdo con el acuerdo. Para muchos, él, y multitud de líderes conservadores, se afiliaron en forma discutible a tesis y gobiernos controvertibles. Pero eso es la democracia. El derecho a disentir y discrepar. El “unanimismo”es propio de los totalitarismos que predican: Todo en el Estado, nada fuera del Estado y todo para el Estado. Un autócrata detestable expresaba a su interlocutor: “Ud. no opine, cuando yo necesito su opinión, yo opino por Ud.”. El autócrata piensa que, por ser dueño de la verdad revelada, puede aplastar al que él considera un extraviado.

Abomino a los politiqueros y admiro a los políticos de raza. La política, en los pueblos subdesarrollados, se considera como el medio más fácil y veloz para llegar a los honores, a la riqueza y a las más encumbradas posiciones. Así piensa la gente elemental y primaria. Desde luego, en abierta oposición con la ética y la moral. “La política, afirma Herriot, sería el oficio más despreciable, si solo sirviera para llegar a los honores, hay algo más bello que los honores y es el “honor”.

Gracias a figuras como Efraín Cepeda, Carlos Rodado y Roberto Gerlein, en el Atlántico y otras regiones caribes vibra un conservatismo pujante, luchador y tenaz. El doctor Efraín Cepeda ha convertido la política en una institución de servicio y cuando presidió el Directorio le hizo vivir a la mujer, a la juventud y al campesino, los mejores momentos. Carlos Rodado es un humanista desde el penacho hasta los espolines. Son muy pocas las disciplinas a las cuales no se haya asomado con ojos asombrados y desprevenidos de hombre. Roberto Gerlein ha sido el tribuno por excelencia. El Senado y el país siempre lo oyó. Con admiración y respeto.

Estos valores tienen el inconmensurable privilegio de ser “Caribes”. Todo lo grande en Colombia ha sido impresionante Caribe. Dos nombres gigantescos lo corroboran clamorosamente. Rafael Núñez y Gabriel García Márquez. Claro que también han sido poderosos y definitivos los aportes de otras regiones. Recordemos a Miguel Antonio Caro, Rufino J. Cuervo, Guillermo Valencia, Luis López de Mesa. El caribeño fluctúa entre la ligereza, la alegría y la grandeza.

El andino vive hacia adentro. Tiene la dureza del diamante para soportar la adversidad. El costeño cuando va a llorar canta. El andino cuando va a cantar llora.

El costeño tiene fama de gocetas incorregible, pero es un luchador temible. Vive la vida peligrosamente. No le teme a la competencia, teme no ser competente.

Colombia es la sumatoria de todas sus aguerridas regiones y poblaciones. Y todos unidos sabemos que hay que sembrar mucho, sembrar virtudes, esfuerzos y sacrificios, para construir un pedestal digno de nuestra grandeza.

El colombiano es contradictorio y paradójico. Capaz de heroísmos y debilidades, actos extraordinarios y episodios tristes y lamentables.