No tengo la fortuna de conocer al señor Jaime Gilinski Bacal, líder banquero. A duras penas alcancé a conocer a su tío Lazar, exitoso empresario y diplomático, quien tuvo la gentileza de recibirnos en su casa con el entrante embajador en Israel, Juan Hurtado Cano, por las calendas de 2007, habiendo ocupado él antes tal cargo, al igual que Isaac, padre del primero. Dinastía de éxito cuyos primeros hombres, de origen judío, fueron parte de la ola de inmigrantes lituanos que se establecieron en Barranquilla, ciudad que los acogió y allí fundaron Curtiembres Búfalo, negocio a partir del cual se expandieron, como en estampida, con Rimax, Yupi (Cali), pasando al sector bancario, Banco Sudameris, Servibanca y más recientemente en el sector de las comunicaciones, con Publicaciones Semana.
Y todo lo anterior, antes de llegar a pellizcar, con el bolsillo gordo de Tahnoon bin Zayed, jeque árabe asentado en Abu Dabi, capital de Emiratos, al GEA (Grupo Empresarial Antioqueño) a partir del mecanismo OPA (oferta pública de adquisición de acciones), negocio lícito, pero en este caso, además, tremendamente audaz, hostil y desafiante frente al conglomerado paisa, que se creía intocable, inexpugnable, y que jamás pensó que ello pudiera suceder. Con la compra del 27,6% de Nutresa, Gilinski se coló en el enroque accionario de ese grupo (Sura, Argos, Protección, Enka y la joya de la corona, Bancolombia) que había sido diseñado, supuestamente, para prevenir la llegada de terceros.
Pero existe un tufillo revanchista alrededor del negocio. En 1997, el Banco Industrial Colombiano había comprado el Banco de Colombia, de los Gilinski (antes de Jaime Michelsen) en lo que se conoció como “el negocio del siglo”, que no estuvo exento de divergencias por la valoración de activos hecha por el vendedor, de exigencias del comprador para reajustar el monto de las garantías reales que habrían de responder por las contingencias del banco vendido, por la fusión BIC- Banco de Colombia...
Gilinski se fue con todas al estadio, con un equipo de estrellas juristas insuperable: Néstor Humberto, Bernal, Cancino, Sintura y los dramáticos episodios tuvieron transmisión en directo por la emisora del “turco” Julito, haciendo barra al judío y echando fuego hacia el lado paisa, empezando por su “banca”. Los judíos emprendieron acciones jurídicas para demandar la compra, incluyendo, la más dolorosa, la que no perdonan los paisas, acusando penalmente a los compradores de manipular las acciones del antiguo BIC en la Bolsa de Nueva York para obtener beneficios en la negociación y le metieron ingredientes de estafa, utilización indebida de fondos del público y operaciones no autorizadas y -el colmo- lograron cobijar con medida de aseguramiento a los máximos directivos de Bancolombia, Jorge Londoño Saldarriaga y Federico Guillermo Ochoa, caballeros íntegros, a carta cabal.
Al final, se firmó un acuerdo de transacción que puso fin a las acciones. Pero quedó la espinita. Y a futuro habría que hablar (¡opa!) del nuevo grupo empresarial Gilinski Emparentado con Árabe (GEA).
Post-it. El glorioso campeón Egan Bernal debería quedarse en el firmamento por siempre, entrenar entre nubes blancas y espesas, sólo bajar a las carreteras mortales, llenas de huecos, precipicios y obstáculos insalvables, cuando haya alguna competencia importante, que amerite arriesgar la vida. ¡Recupérate, Monsieur L´EgagNant!