GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Abril de 2013

Políticamente obsceno

 

Como no me consta que haya habido trampa en las elecciones vecinas, me abstengo de bautizar esta columna “El fraude de Maduro”... Pero se percibe un patético hedor: el de un montón de piratas atrincherados en su fortín, craneando (tienen más cráneo que cerebro), cómo robar un resultado, pellizcar números y desaparecer ciertos votos mientras inflan otros, como globos llenos de gas venenoso.

Cuando el domingo oímos la orden de militarizar Caracas,  muchos sentimos frustración en las neuronas y en el estómago, y dimos por seguro que Maduro sería, de manera políticamente obscena, proclamado Presidente.

¡Da pesar, con un pueblo que merece comprar las botellas de leche que le dé la gana, y tener un Presidente legítimo!

Cómo será de terrible Maduro, que aun  acérrimos enemigos de Chávez, prefieren el difunto, al espanto actual.

Él era un personaje muy difícil, pero además de su carisma (para todo hay gustos), tenía -como decía una empleada de la casa de mis abuelos- “piense”. Un piense peligroso, demagógico y vehemente, pero piense. Por ejemplo, tuvo lo necesario para descubrir muchos años antes que la mayoría de colombianos, los peligros de Uribe I, de Uribe II, y de este Uribe III, convertido en el rey del despecho. ¡¿Pero Maduro?! Ni piense, ni carisma, ni conocimiento… Nada que le augure durar 6 años presidiendo algo distinto a una cooperativa de buses, o el ala triste de un serpentario en quiebra.

Capriles, por su parte, hizo la campaña más corta, más valiente y rompe-paradigmas de la historia. Supongamos que sea verdad lo que doña Tibisay Lucena (no tengo la culpa, así se llama) anunció; asumamos que la catástrofe es honesta, y que Maduro ganó las elecciones. Me parece heroico lo que hizo Capriles: es un logro excepcional,que después de las hordas de llanto y devoción desatadas por la muerte de Chávez, Capriles (aun si lo dicho por el CNE fuera cierto) haya perdido por un ínfimo 1.7% respecto al candidato que tenía en sus manos gobierno, mango y sartén.

Además, post-resultado, mientras Maduro pronunció uno de los peores discursos que se le pueda oír a cualquier ser vivo dotado de cuerdas vocales, Capriles mostró su carácter firme, pero no ardiente; con una inteligencia estable y vertical, exigió expresiones pacíficas, y dijo que quien se acoja a la violencia, no estará en su proyecto político; y tuvo luego la lucidez de cancelar la marcha del miércoles.

Lamentablemente, dudo que doña Tibisay recuente. A la hora de enviar esta columna, no sabemos si entre la solicitud de Capriles, las cacerolas nocturnas, y la voz de Unasur o de la Comunidad Europea, se acepte hacer el recuento. Ojalá.

Pero me temo que con o sin fraude, nada -excepto su propia ineptitud y un pueblo que se despierte- impedirá que Maduro le escriture a Venezuela, seis años más de tragedia anunciada.

Por lo pronto, le doy las gracias al presidente Santos, por tener la dignidad de no asistir a una posesión que huele tan feo.

 

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PD. Mi solidaridad con Boston y Obama; y mi rechazo total a la cobarde maldad del terrorismo.

ariasgloria@hotmail.com