GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Junio de 2014

PUERTO LIBERTAD

No es momento de votar en blanco

Entre   una opción de paz y una certeza de guerra, me quedo mil veces con la primera.

Quienes defienden la política de Uribe, y los logros y tragedias de sus ocho años de gobierno, votarán convencidos por Zuluaga.

También lo harán quienes creen que si O.I.Z. pierde, Chávez va a reencarnar en el Petro de turno, y la Avenida Caracas se convertirá en su homónima ciudad; son quienes tildan a Santos de izquierdista (así como suena), y no han podido superar que personas como Carlos Gaviria o Clara López hayan anunciado su voto por el candidato Presidente.

A mí los ciudadanos de ultra derecha no me pre-ocupan, porque sería inútil ocuparme de cambiar su perspectiva de nación, o su forma de relacionarse con los mecanismos que ellos consideran plausibles -o aceptables- para lograr su visión de orden y prosperidad.

No hay hacker, ni paramilitarismo, ni falsos positivos, ni José Obdulios, ni San Edrin del anterior gobierno prófugo o en la Picota, que tengan suficiente arbitrariedad y desgracias intrínsecas, como para hacerlos cambiar de opinión.

Nadie  garantiza que de los acuerdos en La Habana se derive la paz para Colombia. Pero sin acuerdo, no veo opción -ni mínima ni máxima- de terminar la guerra con las Farc.

Los críticos del proceso dicen que estamos sentados en un polvorín de inequidad, y que  además hay otros actores armados. Eso es cierto, pero no justifica no apoyar el intento. En la urgencia de cerrar brechas, quienquiera que gane deberá trabajar intensamente; y en cuanto a los otros grupos ilegales, celebro el anuncio de aproximación con el Eln.

Me ocupan -porque todavía es tiempo de hacer algo- quienes respaldan a Zuluaga porque temen perder su zona de confort, y sienten más miedo de intentar la paz (con todo lo que implica) que de seguir una guerra, así como la hemos vivido (mejor dicho, así como la hemos muerto). Pero en el fondo se preguntan si no sería mejor “darle una oportunidad a la paz”.

Me ocupan los apáticos y  los abstencionistas, los escépticos y los desinformados. Su voto podría lograr la consolidación de la perspectiva más alentadora que hemos tenido, de -parafraseando a Mafalda- ser ‘un país independiente (de guerras y odios),y no un país in the pendiente’.

Me ocupan quienes contemplan o promueven votar en blanco. Miren, ya no estamos para enviar mensajes medio bohemios y poco efectivos de  “abajo el continuismo”, o “ningún candidato me gusta”.

No hay tiempo para elevar una afónica voz de protesta que no frena a ninguno de los dos, y podría confundirse con una tibia neutralidad, incompatible con el punto de quiebre que estamos viviendo.

Insisto, incito y exhorto: entre una opción de paz y una certeza de guerra, me quedo mil veces con la primera. Por eso, sin endosarle mi respaldo irrestricto a cuanto haga, y criticando muchas de las cosas que hizo en épocas de bárbaras naciones, votaré por Juan Manuel Santos. No me perdonaría a mí misma votar de otra manera.

ariasgloria@hotmail.com