El gremio no gana nada con auspiciar enfrentamientos, ni promover odios y resquemores entre los mismos ganaderos.
Dividir el sector es perder, más aún si su atomización se utiliza como estrategia para ejercer el poder.
Por su parte, al Gobierno le corresponde ejercer los controles y facilitar las condiciones para adelantar los programas sectoriales pertinentes, respetando la autonomía de los gremios dentro del marco constitucional, legal y estatutario que los rige.
Los personalismos y el trasfondo político, que son el supuesto motivo del asunto, le restan importancia a lo que verdaderamente necesitamos como solución.
Además, de ser una imperdonable equivocación estratégica.
De la ganadería forma parte un universo plural de individuos con diversas ideologías y formas de pensar, a quienes democráticamente el Estado les debe garantizar el derecho a asociarse, a pensar y a opinar, sin el riesgo de una posible manipulación, discriminación o retaliación.
Mucho menos utilizar la dialéctica para movilizar masas llenas de necesidades en favor de estas causas divisionistas, a quienes aplaudir se les convierte en una esperanza, cuando lo que se requieren son hechos y resultados concretos, en bien de toda la colectividad.
Incitar a la animadversión es perverso.
Quienes ovacionan emocionados a cambio de promesas, no han caído en cuenta del resquebrajamiento gremial que con su euforia provocan.
Quienes siembran la discordia, le están haciendo un grave daño al país.
Cuando haya que investigar, dejemos que los organismos especializados en la materia lo hagan y se pronuncien.
Pues quienes quieren ejercer "justicia" por su propia cuenta, violan la Constitución y auspician la anarquía y el caos.
Así no es, nos da mucha pena.
Nuestra propuesta es la unidad y el bienestar gremial.
Nuestra finalidad es defender la institucionalidad.
Nuestra petición es la de hablar siempre con la verdad, razón de ser de la justicia.
Nuestro afán no es otro que llamar a la reflexión en un momento en el que se necesita más de la cordura que de la agresión.
Que ésta se sustituya por debates de altura y acuerdos sensatos y razonables.
Si no hay entendimiento con los gremios, imagínense que podrá esperarse para la época del posconflicto.
No permitamos descomponer la gremialidad ganadería instándola a su desarticulación.