“…si llega….se verá ante la Justicia”.
Más claro no canta el gallo. No hace falta andarse con rodeos. El tirano amenaza de frente. A fin de cuentas, eso es lo que hacen las dictaduras cuando concentran los poderes. La justicia es de bolsillo. Los tribunales y jueces son sus obedientes subalternos.
Por fortuna, aún hay un poder que no controla, que se le escapó de las manos, y ahora es su peor pesadilla. Ese dia el pueblo se levantó, dio la espalda al dictador y tomó las mayorías en el poder Legislativo.
De ese Congreso, que es donde reside la verdadera voluntad popular, aparece redentora la figura de Juan Guaidó, dispuesto a plantarle cara al ilegítimo mandato que el 10 de enero se quería perpetuar. Con la Constitución en la mano, en su calidad de Presidente del Parlamento y frente a la usurpación de poder que se quería instaurar, asumió como Presidente Interino de la Nación.
Bastó ese anuncio para que se lograra lo imposible: la unidad de la oposición, de los partidos políticos, y el resurgimiento de una esperanza que se hallaba sepultada entre el miedo, el atropello y los vejámenes.
Con ello se está reivindicando para el bien de las democracias y de las teorías constitucionales, al tan vapuleado e incomprendido órgano Legislativo del poder público.
Los parlamentos del mundo debieran ser los primeros en expresar su solidaridad y respaldo absoluto a la valiente actitud del congresista Guaidó. Los grandes parlamentos como el europeo y el de los Estados Unidos, deberían asumir una posición mas erguida en defensa de la democracia y libertad en Venezuela.
El parlamento colombiano si bien ha estado presto a hacer las denuncias, a recibir a destacadas figuras de la oposición como María Corina Machado, Julio Robles y muchos otros diputados y dirigentes, también se espera que asuma un mayor liderazgo e ir a la par de los esfuerzos que lleva a cabo el presidente Duque en esa dirección.
Los parlamentos regionales como el Andino, Latinoamericano, Amazónico, Centroamericano, etc., si bien deben ser fieles al principio de la no intervención en los asuntos internos de sus países miembros, deben entender que ese postulado hace mucho tiempo está roto con la injerencia de Cuba, Irán, Rusia y China en los asuntos de Venezuela.
Sería una gran oportunidad de reivindicar el papel de los Parlamentos, que, dicho sea de paso, goza de una muy mala imagen, venida a menos entre otras por el contubernio de corrupción con el sector privado, aquí y en gran cantidad de naciones del mundo.
En mala hora el pueblo venezolano, cansado de los excesos de sus gobernantes, hastiado de sus desaciertos y equivocaciones, divorciado de sus partidos políticos, se entregó en los brazos de los militares y de la cantinflesca ideología socialista chavista, que resultaron ser aún más corruptos que sus antecesores.
Va a resultar muy difícil que los altos mandos militares se pongan del lado del pueblo al que están obligados a defender. Ellos son igual de responsables que el usurpador y sus mas cercanos secuaces. Por eso no quieren entregar el poder. Han sido por veinte años , grandes beneficiarios del saqueo despiadado al que ha sido sometida una nación entera. Ojalá que entre la soldadesca o los mandos medios surja un Guaidó dispuesto a honrar el papel de las fuerzas armadas.
Responsables también son los Tribunales electorales, que avalaron toda suerte de Fraudes y tropelías en las urnas, mediante remedos de certámenes electorales donde las cartas estaban marcadas de antemano para asegurar la continuidad de la dictadura.
Donde quizás más hiede, donde mas duele y donde más rechazo genera, es en el papel de la justicia puesta al servicio de los más ignominiosos designios del tirano. La justicia venezolana es parte del mismo entramado criminal.
Por eso no es de extrañar que el sátrapa amenace con llevar a Guaidó ante “su justicia”.
En verdad, más bien somos nosotros quienes esperamos con ansias el día en que, frente a los ojos del mundo entero, el dictador acuda ante la justicia Penal Internacional para responder por sus múltiples crímenes. Seguro que sí.