Dos años después de iniciada la “operación militar especial” del presidente Vladimir Putin en Ucrania el objetivo de una rápida victoria no se cumplió a pesar de la movilización por tierra, aire y mar, del apoyo de mercenarios con retribución cuantiosa, del obligado reclutamiento de jóvenes.
El triunfo que anunció se ha convertido en fracaso así el apoyo económico de Occidente de armamento a las fuerzas armadas Ucranianas -incluyendo el de Estados Unidos- haya disminuido, se libra guerra de trincheras al igual que en la primera guerra mundial, la situación debería conducir a un acuerdo de Paz para evitar destrucción y muerte, trescientos cincuenta mil efectivos Rusos han perecido y miles de Ucranianos, a los cuales se suma cantidad de civiles sin cuantificar, con volumen de emigrantes superior a los seis millones.
Los ataques de Ucrania en territorio de Rusia y contra su flota persisten, un país que carece de armada ataca plataformas navales e impide el funcionamiento de la flota en el mar Negro. El comandante de tropas Travia establece nuevas líneas defensivas, repele con éxito los intentos de desarrollo de una nueva ofensiva. La guerra en Ucrania es como una partida de ajedrez condenada a terminar en tablas.
Transitar por las calles de Kiev es actividad rutinaria, sus pobladores quieren aprovechar el fin del duro invierno, los locales del centro de la capital reciben multitudinaria asistencia, el comercio normal, los rusos no pudieron tomar la ciudad, la “nazificación¨ del gobierno ucraniano era embeleco, mala consigna al tratar de justificar la invasión.
Es tiempo de que Putin acepte el dialogo con Zelenski, China realiza esfuerzos porque se produzca, la anexión de Donbás es imposible de obtener por medio de la violencia y Ucrania tampoco alcanzará a conseguir victoria significativa, el estancamiento prolonga la crisis humanitaria en perjuicio global, para la civilización constituye episodio catastrófico.
Ni la Organización de Naciones Unidas, ni la Comunidad Europea, ni la OTAN poseen adecuado campo de acción que permita el cese de la guerra y el presidente Putin está equivocado al pensar que asegura su reelección con la bandera de ejercer el mandato bajo la premisa de continuar un conflicto sangriento en detrimento de los pueblos de la Federación Rusa, a semanas de las elecciones próximas.
Preocupa la amenaza en su discurso anual, de lanzar armas nucleares capaces de destruir la civilización y su advertencia de que ¨los oponentes de Rusia deben recordar que nosotros las tenemos capaces de alcanzar objetivos en sus territorios¨ refiriéndose a la sugerencia del presidente Frances, Emmanuel Macron, de enviar tropas de apoyo a Ucrania. Hay fatiga de guerra, apabulla la lucha entre Israel y Hamas, el ideal del nuevo orden planetario es apenas ilusión ante el descaecimiento de la democracia en el orbe. Sobre Rusia y Ucrania reiteramos que la marca de un gran gobernante no es su habilidad para hacer la guerra sino para conseguir la paz.