GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 13 de Noviembre de 2011

McKinley

Michael  McKinley es el embajador de EE.UU. en Colombia. En reportaje concedido a Yamid Amat (octubre 16) se muestra un diplomático entendido en la evolución de la economía colombiana.
Amat enunció las críticas al tema central del diálogo: el TLC con Colombia ratificado por el Congreso de su país. La aprobación del convenio se demoró demasiado, implica una relación desigual, hay sectores nacionales preocupados por su evolución y se han identificado productos específicos como arroz, lácteos, avicultura, la industria farmacéutica, maíz, soya, trigo, pequeños agricultores y generación de empleo y servicios. En suma, se piensa en “tierra arrasada”.
McKinley expone una visión optimista para Colombia en el futuro y tiene respuestas positivas a todas las objeciones. Por lo pronto, se puede decir que Colombia estaba forzada a seguir la vía del TLC al existir tratados similares de EE.UU. con Perú, Chile y América Central, o sea, competidores cercanos de nuestro país. Sin embargo, Colombia estaba impulsando acuerdos tipo TLC con otras naciones en vista del aparente fracaso con EE.UU. El ejemplo de Chile es favorable pero es preciso analizar el caso mexicano.
Las causas de la demora estadounidense son entendibles: problemas de política interna. No se descarta, en principio, la presencia de aspectos desfavorables en lo cual pudo influir la asimetría en el poder de las naciones firmantes y aquí es elocuente y preciso el diplomático entrevistado: habrá protección para los sectores en dificultades, por ejemplo, desgravación arancelaria prolongada en arroz, los productos farmacéuticos genéricos quedan bien y cuotas para lácteos y avicultura. Agrega lo siguiente: “Ni el Gobierno de Colombia ni el de EE.UU. quieren que haya un impacto negativo social y laboral. Los productores y campesinos colombianos no van a ser abrumados por EE.UU”.
La habilidad de McKinley es evidente: “Lo que EE.UU. está buscando con sus productos agrícolas es poder competir equitativamente con otros surtidores del mercado colombiano”. Finaliza con la indicación de los campos en que hay perspectivas excelentes para Colombia: despensa agrícola, empresas competitivas y desarrollo a través del comercio.
Ensayo de balance. Lo hecho, hecho está. Es preciso adoptar las medidas conducentes al mejor desempeño colombiano (aun recordando el descuido de la agenda interna), por ejemplo, el reemplazo de la ganadería extensiva por la intensiva y la tecnificación masiva. Resta una inquietud personal: ¿cómo se afecta el avance científico, tecnológico e innovativo con el TLC?