GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Septiembre de 2013

Paro rural

 

Al analizar el paro agrario (tendía a volverse multisectorial), conviene marcar diferencias con Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana; jamás se votó por ellos y se respaldó, en su intentos presidenciales, a Horacio Serpa -todas las veces- y Antanas Mockus. No agradan, en Santos, sus manifestaciones públicas imprudentes, v.g., alguna vez contra Serpa; preocupa, en Uribe, su obsesión por el poder y que los presidentes “uribistas” deban seguir sus instrucciones. Pastrana falló en el Caguán pero su habilidad política cortoplacista es innegable, v.g., la fotografía en que aparecen su futuro comisionado de paz y Tirofijo. En el presente se apoya la gestión de paz en La Habana.

Preocupan los paros de campesinos e indígenas y su corolario de sitio a ciudades con efectos adversos en términos alimenticios, salud (hospitales y basuras), escuelas, transporte (movilización de gente y bienes y quema de vehículos) y efectos colaterales; no se llega a los extremos de Stalingrado, Leningrado y Varsovia, en la segunda Guerra Mundial, porque el cerco se suspende al llegar casi al extremo, previa negociación. Se está frente a actos de violencia, cuya solución es de orden educativo en el largo plazo. Si no falla la memoria, Vernon Lee Fluharty decía, en Dance of the Millions, que las elites manejaban sin traumas el país y el cambio actual será positivo, en balance, si el Estado pone el debido cuidado a la situación mediante ejercicios prospectivos, el examen de las conexiones sectoriales y la ejecución de las medidas adecuadas. Afortunadamente aparecen diagnósticos y perspectivas agrarias que ojalá se pongan en práctica porque el sector rural aprendió a ejercer el poder mediante la violencia. Cabe recordar que firmado el TLC con EE.UU. se diseñó un listado de proyectos (agenda interna) no ejecutado.

 Una vez se contuvo el paro agrario, el presidente Santos emprendió un “acto de contrición” y reconoció que varios reclamos eran justos. Rudolf Hommes identificó desequilibrios rurales frente a la vida urbana, planteó el diseño de una política social rural y que se discutan temas de fondo. Carlos Caballero acepta que los campesinos no se han beneficiado del desarrollo y rechaza que los infortunios agrarios surjan del TLC y los combustibles y los ubica en la ausencia de una política rural de largo término. Lucy Nieto de Samper se refiere a la reforma agraria.