La gran bifurcación
“Es un hecho que refresca la historia de la Nación”
HEMOS llegado al término del primer año del mandato de Juan Manuel Santos. Y no hay duda alguna de que son muchas las cosas que han cambiado. Un buen Presidente es verdaderamente un hecho que refresca la historia de la Nación y la vida cotidiana de cada uno de los ciudadanos.
A muchos colombianos de bien se les había casi convencido de que no era posible tener otro Presidente que aquel que había gobernado por 8 años. El país estaba dividido entre quienes consideraban casi un ataque personal y un agravio el que se dijera que había que cambiar y aquellos otros que desde la plural perspectiva de las generaciones diversas nos decíamos que no era posible que Colombia no tuviera más alternativa que ser gobernada por un gran colombiano, sí auténtico en el sentido de la multitud de sus virtudes pero no exento de una gama múltiple de defectos que dejó un rastro de eficiencia pero al tiempo de intolerancia.
Ese Presidente cometió aciertos y errores como todo ser humano. Pertenece a un ayer tozudo que no quiere irse y que en cada momento intenta interrumpir el curso de los acontecimientos ya no para gerenciarlos sino para entorpecerlos y no permitir que se cumpla con aquella sabiduría de antaño que reclamaba bajo el decir “cada alcalde manda su año” la independencia del gobernante de quien lo ha antecedido y de quienes creen poder sucederlo.
La gran tarea de Santos es la de ser él mismo sin tener hipotecas. La mayoría de la gente con la que gobierna es de altísima calidad y los que no al menos han demostrado que son honestos y que la buena voluntad los acompaña.
Repaso ahora el ideario y el propósito de acción de este Mandatario y se ve que va dando satisfacciones sin alharacas innecesarias. Nos está devolviendo la confianza de que la lucha contra la corrupción es posible ganarla, sobre todo no condicionando ni interrumpiendo la acción de la Justicia, sea quien sea el infractor.
Igualmente ha abierto caminos para entender que el país y todos apostamos por la purificación de la memoria y que en justicia esta sociedad debe dar satisfacciones a las víctimas de tanta barbarie cometida. Comenzamos a sentir que la justicia social y la equidad asoman ya la cabeza y encuentran una actitud propicia para despertar el asentimiento de los pobres que rescatan de nuevo la esperanza. Sentimos el alivio de quien nos apartó de la pesadilla de una guerra de fronteras y ha dicho estar de parte -y lo ha comprobado- de la convivencia.
Hemos vuelto a ser un país de ciudadanos que sienten y piensan y pueden decirlo.
Darle siempre la palabra al Presidente que es quien goza de confianza, para que vayamos evitando el daño -grave o leve- que hacen los interpretadores de oficio que desde el mismo gobierno quieren ser vistos como “la razón caminante” que dicen inspirar al primer mandatario.
¡Es bueno llegar a esta época llenos de esperanzas ciertas!
guilloescobar@yahoo.com