GUILLERMO LEÓN ESCOBAR HERRAN | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Diciembre de 2011

 

El intento de vivir en la verdad

 

Ha dejado de estar con nosotros Václav Havel el primer presidente de la Nación checa. Ya pertenece a la historia.

No era economista, ni ingeniero, ni administrador de empresas, ni abogado. Tampoco era filósofo ya que hoy se entiende por tal - en muchos ambientes - a quienes repiten lo pensado por otros pero nunca se han atrevido a hacerlo por sí mismos.

Era un hombre de letras y solo es posible entenderlo dentro de lo que Mounier llamaba “el pensador”, esa especie difícil de encontrar y que se dedica a cambiar las rutas del existir cotidiano, actitud que nos permite decir con certeza que el mundo después de ellos es distinto.

Naturalmente se requiere un entorno social preparado para entender a estas personas que son especiales en su sencillez. Si la sociedad donde el pensador vive es vulgar, superficial, rutinaria y vanidosa pasarán siglos antes de ser entendido pero si ella tiene esa profundidad lejana de la “cultura-bullicio” o de la erudición barata o de la elemental trampa de la ocurrencia denominada falsamente como imaginación pasarán siglos antes que se reconozca la tarea del pensador. (Ya llegará el momento en que entre nosotros alguien reconozca el aporte del Maestro Fernando González o de Nicolás Gómez Dávila. El lector puede añadir a alguien más sin exagerar).

Conocí a Havel en Roma. La vida me dio el privilegio del diálogo entre pocos con él. Se notaba de entrada que era especial. Por lo común los políticos no leen lo que en Europa es lamentablemente cierto (no sé entre nosotros cómo sea la situación). Havel respaldaba lo pensado con su vida.

Hay un libro no citado en las crónicas periodísticas de estos días. Su título El intento de vivir en la verdad. Se podría olvidar el resto de su obra como dramaturgo porque aquí está el meollo de su pensamiento.

Llegará el momento –afirmaba– en que los saltimbanquis que hoy llamamos políticos desaparezcan y llegue en su lugar esa generación tan esperada de personas capaces de pensar limpiamente en el bien común, en la defensa de la vida, en la austeridad, en la paz solidaria de una sociedad que se respeta y se dignifica a diario en el respeto y se nutre de la convicción de que el político – ante todo él – debe vivir bajo el cobijo de la verdad. La gran crisis de hoy es en buena parte el vivir creciendo en la mentira y disimularla como viveza, imaginación, ocurrencia y que sé más.

Havel afirmaba que el hombre público debe vivir en la verdad para ser creíble y no requerir del servicio de los asesores de imagen. Y afirmaba soñar con el día en que en la definición de política aparezca que ella “es el arte de vivir en la verdad” y por tanto saber que en ese diccionario de futuros “políticos” será “aquel que dice siempre la verdad”.

Todavía nos falta un largo camino.

guilloescobar@yahoo.com