GUILLERMO LEÓN ESCOBAR HERRÁN | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Agosto de 2011

La tragedia del mundo


“Certeza espiritual se cambió por el sentimiento del corazón”


YA  ha corrido mucha tinta sobre la tragedia de Noruega que cortó la vida de numerosos jóvenes que esperaban vivir y tener la certeza de haber realizado algo por la construcción de una nueva humanidad. Pero eso no es suficiente. Falta ante todo escudriñar el coautor intelectual y espiritual de esta desafortunada presencia del mal.


Benedicto XVI ha tenido razón desde cuando como profesor -Joseph Ratzinger- de las diversas universidades alemanas advirtió el duro peso cultural del “relativismo”, esa tentadora teoría que en el fondo enseña que no hay una norma moral que sea válida, que cada uno de nosotros puede construirse su propia moral, que no es necesario restringir a nadie en su libertad porque se supone que a la postre llegaremos a entendernos y a sobrevivir de alguna manera.


Nació así la ética mínima centrada en el “no matar”, pero no en contribuir a que el otro viva de verdad un existir capaz de colmarlo.


La certeza espiritual se cambió por el bonito sentimiento del corazón. Nos enternecemos pero en ningún momento esos ataques de ternura llegan lejos. Dan para uno o dos desfiles que se acompañan de bellas flores rojas o blancas o multicolores y candelas encendidas y lágrimas sinceras pero pasajeras.


Pagado ese tributo por las víctimas se da campo al olvido, porque “la vida debe continuar”, pero no se propician en la sociedad los cambios que pondrían a las comunidades a salvo de tanta barbarie que, si nos damos cuenta, no es ocasional.


Ya se preguntaba Touraine en su libro maestro Podremos vivir juntos por el porvenir de la convivencia, así como Sorman ponía en evidencia los demonios interiores que nos habitan en su gran pensar Llegaron los Bárbaros, o Cox descifraba en La fiesta de los Locos cómo nos hemos convertido en una especie asustadiza que ha renunciado a los sueños y espera llena de pavor que aparezca el carnicero de turno a darle el golpe de gracia.


En Europa se alzó de repente el movimiento de los “indignados” que se sienten mal y burlados por quienes cada tanto aparecen ofreciendo soluciones endebles desde el “populismo”, que es un insulto reiterado contra la dignidad de los que constituyen como ciudadanos ese pueblo. Pero no basta sentirse mal y acampar en la calle en verano. Es algo, pero no es suficiente. Falta el movimiento complementario del “comprometerse”, que requiere tener un “sueño”, un proyecto de sociedad a construir.


A nombre de la libertad se ha quitado a la sociedad la luz orientadora de la Fe en Dios. Arnold Toynbee afirmaba que “no hay una gran cultura sin un gran sentido religioso”. Que “se puede separar la Iglesia del Estado pero no la religión de la sociedad”. Solo construyendo una ética social a partir de valores perdurables se podrá empezar a pensar que aún tenemos esperanza.
guilloescobar@yahoo.com