GUILLERMO LEÓN ESCOBAR HERRÁN | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Septiembre de 2011

¡Benedicto XVI a juicio!
Digámoslo  con claridad: hay organizaciones que nacen, crecen, se desarrollan y mueren para odiar a la Iglesia. Por lo común no figuran en el elenco de las organizaciones respetables de la sociedad civil porque estas se originan en aquella “Sociedad SI-VIL” tan de moda hoy y que son el rescoldo de muchas organizaciones fracasadas de la fallida revolución del 68 que hoy tantos lamentan haber apoyado pero que nunca combatieron.
Es claro que buscan imagen y notoriedad. Su tarea es crecer sobre las miserias que algunos pocos curas han ido dejando esparcidas en el fracaso de su vivir, recogerlas y juntarlas en un organizado estercolero donde, sobredimensionándolas, las usan para golpear a la Iglesia para ganar notoriedad.
Que haya habido y aún subsistan pecadores y criminales en el interior de la Iglesia es inevitable y se han venido aplicando los correctivos con todo el rigor, pero al mismo tiempo -y es posible que esto moleste a estos “incólumes” de la sociedad SI-VIL- con toda la posible misericordia, lo que no quiere decir que no satisfagan la penitencia correspondiente al pecado o la pena que les imponga la comunidad.
Estos “impolutos” de pacotilla agitan lugares comunes. Transitan por la calumnia para despertar y suscitar apoyos y usan de las víctimas no para ayudarles en la superación de sus problemas sino para ahondar las heridas y lucrarse de ellas.
Y lo que llama mayormente la atención es que no oyen, no leen y no entienden y es imposible solicitarles algo de eso porque su oficio es ser sordos, ciegos y hacer de la estulticia una forma de vida. No hay quien no reconozca el dolor y la firmeza del Papa en corregir estos desafueros tan graves.
La pregunta mayor es quien les financia. Esta tarea es ingente y por demás costosa. En alguna época se supo que detrás estaba el Reverendo Moon, quien logró capitalizar el desorden de vida del exorcista Arzobispo Milingo, quien en medio de múltiples escándalos terminó casado con una mujer escogida por el Reverendo que se autoproclama como el Nuevo Mesías y se hace reconocer como miembro del movimiento de quienes buscan un “orden mundial”, al tiempo que dice ser cabeza de la así llamada Iglesia de la Unificación.
Dineros corren a borbotones; invitaciones a políticos, líderes de la cultura, periodistas y gentes vinculadas a los medios de comunicación están a la orden del día y es bien sabido entre nosotros que la ética de algunos no aguanta la invitación a un paseo en yate en Miami. Hacer el eco es su compromiso.
La moral del cristianismo duele a un mundo que ha hecho desaparecer la culpa, que todo lo permite. Benedicto XVI es persona que limpia la propia casa que está habitada por seres humanos capaces de ser grandes sabiendo aún de sus miserias. Esta “Sociedad SI-VIL” que persigue a Benedicto avergüenza y cubre de vergüenza a quienes les hacen eco.