No es nuevo decir que el mundo padecerá hambre.
A finales del siglo dieciocho, el economista político británico Thomas Malthus, dijo que el crecimiento de la población superaría la producción de alimentos; teoría que inspiró dos siglos después, los programas de planificación familiar especialmente en los países tercermundistas y el desarrollo de lo que se llamó la "Revolución Verde”.
Luego se habló de la malnutrición, las dificultades por el bajo poder adquisitivo y los malos hábitos de consumo, agregándose ahora el cambio climático y el impacto de los conflictos, según lo plantea la nueva edición del informe anual de la ONU sobre seguridad alimentaria.
Informe en el cual se dice que 815 millones de personas en 2016, treinta y ocho millones más que en 2015, padecían hambre, con una incidencia muy severa en niños menores de cinco años, cuya consecuencia es la estatura demasiado baja para su edad y el peso demasiado bajo para su estatura, sin entrar a hablar de otras deficiencias, entre ellas las cerebrales. Al mismo tiempo que otros sufren de sobrepeso.
La anemia en las mujeres y la obesidad adulta son igualmente motivo de preocupación en la ONU, lo cual se atribuye a profundos cambios en los hábitos alimentarios.
Ante esta situación, la Organización de Naciones Unidas dentro de su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se ha propuesto acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición, como una de las principales prioridades de su política internacional.
Subrayando también que "algunas de las tasas más elevadas del mundo de niños con inseguridad alimentaria y malnutrición, están ahora en zonas de conflicto".
Situación que para no ser contraria al deseo de encontrar una solución, supone un propósito de paz permanente y duradera y no el afán bélico y armamentista de los países allí representados.
Alimento o guerra, o guerra por alimentos es la gran paradoja, mientras lo indicado, lo confirma el mismo informe, es "Garantizar sociedades pacíficas e inclusivas como condición necesaria...”.
De otro lado, "los expertos advierten que también en regiones que no sufren de tanta violencia, las sequías o inundaciones ligadas en parte al fenómeno climático de El Niño-, así como la desaceleración económica mundial, han llevado a un deterioro de la seguridad alimentaria y la nutrición."
En ese orden de ideas, son varias las causas y en torno a las mismas hay que cerrar filas, procurando para Colombia las acciones preventivas a que haya lugar, entre ellas, resolver la inequidad social y económica; estimular la oferta de alimentos y la soberanía alimentaria; además del más resuelto y unificado propósito nacional para lograrlo, con el compromiso del Gobierno y del sector privado.