Enrique Gómez Hurtado
En el 2012 han sido varias la celebraciones de personajes que han sobrepasado los 85 años; entre ellos Benedicto XVI y Gabriel García Márquez, pero, poco se hace en Colombia por resaltar aún en vida a algunos destacados ciudadanos que han llegado a esta edad y, quienes con la ecuanimidad de la experiencia merecen ser recordados por su entereza moral e intelectual. Tal es el caso de Enrique Gómez Hurtado.
El doctor Gómez nació en 1927; es abogado, economista y periodista, destacándose como ensayista, diplomático y parlamentario. Obtuvo su título de bachiller en el Colegio San Bartolomé cuando contaba con quince años en 1942 y se graduó como abogado en la Pontificia Universidad Javeriana en 1948, año a partir del cual y hasta 1953 ejerció el periodismo en El Siglo y en el Diario Gráfico, para continuar en la industria como gerente general de la Editorial Italgraf Ltda., desde su fundación en 1962.
Como Embajador en Francia, miembro del Comité Ideológico del Partido Conservador e integrante del Movimiento de Salvación Nacional, se destacó como uno de los más importantes parlamentarios del país.
En su libro Respuesta, editado en 1971, encontramos una síntesis de sus inquietudes económicas, políticas y sociales, entre las cuales, me ha llamado la atención la titulada “Incongruencia del Estado y la desmoralización de la clase dirigente”, la cual parece haber sido escrita hoy mismo y que dice así:
“(…) tenemos también la incongruencia de un Estado que interviene para no hacer, vigila para pecular, atropella sin propósito, utiliza la ley a favor de sus violadores, exprime la savia de la economía para derramarla, sin cumplir con ninguno de los propósitos que se fija; la desmoralización y debilitamiento de la clase dirigente es a la vez causa y consecuencia de la incongruencia del sistema y del aumento de poder del enemigo interno y externo que se aprovecha de la orfandad moral, de la derrelicción. (…) De la concordia, y de la capacidad de no caer en la orfandad moral ni en la derrelictio política depende nuestra supervivencia.”
En otra intervención, expresó que “la democracia necesita de políticos y no de demagogos. Los políticos creen y aspiran a hacer creer; los demagogos sólo buscan la corriente del momento para navegar en ella, sin importarles el destino de los que le sirven de vehículo”.
Posdata. Mi columna premonitoria “La Lotería Judicial”, de mayo 21, culminaba preguntando si algún magistrado se había pronunciado renunciando al alargue de su período a doce años más, a partir de la reforma a la justicia. Seguimos sin escucharlos.