HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Enero de 2013

La poligamia en Colombia

 

En la familia reposa la sociedad. Entre una y otra hay tan estrecha relación, como la que existe entre el efecto y la causa. “Si queréis una patria fuerte, decía Napoleón, dadme una familia fuerte”.

La familia, que imprimía hábitos y principios éticos al individuo; que seguía a donde quiere que fuese éste, proyectando las imágenes de padres y hermanos, lo mismo que la fe común en los destinos y afectos de la infancia, ya no existe. Lo que queda es un residuo apagado, consecuencia obligada de un agudo proceso de descomposición. La familia ha perdido la calidad de centro integrador de la sociedad. El primer ambiente social que actúa sobre el niño es la familia. Las primeras valoraciones morales, las opiniones más elementales, hasta la inclinación de las convicciones políticas, provienen de la familia…

El hombre colombiano vive obsesionado por el sexo. El sajón domina el sexo. López de Mesa afirma: la obsesión sexual lleva a una baja calidad de los actos sexuales, que se caracterizan por ser rápidos, de emoción biológica egoísta, sin entrega del ‘yo’ a su compañera. En el fondo se busca el placer rápido, momentáneo, que deja insatisfacción y lleva a la búsqueda veloz de otra experiencia. El sajón es más intenso: él define lo sexual como el acoplamiento de dos personas en su plenitud; el eclipse del ‘yo’ y del ‘tu’, para convertirse en nosotros.

El colombiano es machista para procrear y cobarde para asumir la paternidad responsable. Según Bienestar Familiar, cada año nacen 60.000 niños sin padre conocido.

Multitud de colombianos se casan muchas veces sin haber enviudado o sin haber anulado el matrimonio anterior. Sobre este punto, la Iglesia asume cierta flexibilidad frente a la posible causal de nulidad del nexo que une a un hombre con una mujer. Citemos varios motivos. (Es más comprensiva y amplia nuestra Iglesia que el mismo Código Civil). Homosexualidad, lesbianismo, esterilidad; cuando un cónyuge se ha casado por obediencia ciega o temor reverencial, amenaza de suicidio, simulación total del matrimonio, cuando se casa con la intención firme de no cohabitar, por perturbación psicológica, por falta de libertad, etc.

El Tribunal Eclesiástico maneja con profunda discreción el tema de la bigamia. La Iglesia Católica desconoce los matrimonios celebrados ante un juez o un notario. La ley civil sí respeta el vínculo católico. Para la ley existe vínculo doble si se han casado por lo civil y luego por lo católico o a la inversa. Para los católicos, los otros vínculos no existen.

La legislación colombiana castiga con varios años de cárcel a los bígamos. Para evitar escándalos se silencian las situaciones de bigamia, trigamia y hasta cuadrigamia. La Iglesia tiene cinco tribunales en el país. Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín, Bucaramanga. Con astucia y mala fe algunos interesados logran alterar documentos en la partida de bautizo de algunas parroquias. Por presiones de diverso orden no se comunica siempre a la autoridad lo relacionado con el hecho de la bigamia. Con frescura y cinismo alguien comentaba: “soy monógamo, pero no fanático”.