HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Agosto de 2014

Su libro sobre el tema agrario

 

En  la antigüedad y en la Edad Media se tuvo el mejor concepto de todo lo que se relacionara con la actividad agrícola. Las primeras organizaciones tribales, sin menospreciar la caza, la pesca, y la recolección de frutos, convirtieron la agricultura en el eje de la supervivencia humana. Se llegó a desconceptuar y descalificar el comercio y otros trabajos como estériles e intrascendentes. Se elogiaba la agricultura como la fuente más extraordinaria riqueza.

Otras ideologías y corrientes han ubicado a la agricultura en un lugar secundario. En multitud de países se repite que a quienes se dedican a la agricultura solo les espera 

“…crecer, ennegrecer, envejecer, perecer”. Algunos comentaristas sostienen que de cada cien pesos del presupuesto nacional 90 se quedan en las metrópolis.

La economía colonial se caracteriza por la concentración de la propiedad territorial en unas pocas manos. Los conquistadores les arrebataron sus tierras a los indios. El aborigen fue convertido en siervo, esclavo y mitayo. En la etapa de la República la tierra continúa concentrada en pocas cabezas. A los militares les donaban inmensas extensiones por servicios destacados. En la “Conquista”, la Corona entregaba enormes porciones a los capitanes. La Iglesia llegó a acaparar una gigantesca riqueza en tierras. Tomás Cipriano de Mosquera impuso su famosa ley de desamortización de bienes de manos muertas, trasladando las tierras de la Iglesia a parte de la población civil. Se comentó que los bienes de manos muertas habían pasado a manos de uñas largas. En resumen, este episodio configuró una vergüenza y una gran frustración política, económica y social.

Los colonizadores antioqueños, bajo el grito de que la “tierra es de quien la trabaja”, invadieron baldíos ociosos en Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima, Valle y otras zonas. Otto Morales Benítez llamó estos movimientos del triunfo del “hacha contra el papel sellado”. Aún hoy se critica la dedicación de las mejores tierras -valles y fértiles sabanas- a la ganadería extensiva. Miles de campesinos erosionan suelos quebrados cultivándolos con sistemas bárbaros e inadecuados.

El libro de Juan Camilo Restrepo consta de 340 páginas. En otros artículos comentaremos detalladamente capítulos de apasionante interés. El título de la obra es todo un desafío. Es coautor el prestigioso investigador Andrés Bernal Morales. El estudio, muy documentado, ameno y didáctico ilustra el significado y los progresos de la Ley 1448 de 2011 -la Ley de Víctimas- en lo relativo a la restitución de tierras. Igualmente destaca la recuperación de baldíos indebidamente acaparados y la formalización de la propiedad en el campo. Analiza el nuevo enfoque del plan de desarrollo rural, que no se limita a la dotación de tierras sino a perseguir el uso más adecuado de ellas. Lo que se discute en La Habana sobre el tema agrario, está bien explicado en el volumen. En cinco capítulos se analizan aspectos vitales del sector rural.