2012: ‘27’ impuestos
Todos los Estados son de una voracidad terrible, en materia de impuestos. El gravamen catastral es inexorable. A éste se le agrega un porcentaje a favor de la inoperante CAR. ¿Qué ha hecho para evitar o por lo menos suavizar los estragos del invierno? A este impuesto sobre el inmueble hay que sumarle el ‘tributo por valorización’. Comentaristas autorizados sostienen que si una gran avenida favorece a la totalidad de la población es injusto que un grupo reducido cargue con el gravamen impositivo.
El colombiano más paupérrimo, al salir a ciertos lugares está asediado por insoportables tributos. El IVA en restaurantes, en los almacenes, en los supermercados. Para un altísimo porcentaje de ciudadanos ‘el carro es un instrumento de trabajo, no un lujo’. Se grava con impuesto de rodamiento, seguro a terceros, derecho a uso de placas y la ‘gasolina más cara del mundo’. Los parlamentarios, defensores del pueblo, ¿qué han logrado contra el altísimo precio de este combustible? El carro, el del rico y el del pobre, tienen que cancelar numerosísimos peajes en carreteras y autopistas. El programa bandera de Petro, el alcalde de Bogotá, es crear un impuesto si el automóvil transita por vías congestionadas, que son precisamente los sitios de trabajo, de comercio y de actividad social.
Por acción de la delincuencia son inevitables los robos de carros. Esto obliga a pagar seguros contra hurto muy onerosos. El salario está cargado de mil recortes. Bienestar Familiar, SENA, Seguros Sociales, Cajas de Subsidio.
Los frecuentes desfalcos en empresas de servicios públicos conducen a los burócratas a incrementar de manera desmedida las tarifas. Hoy día son confiscatorias.
En el mundo ha surgido la protesta de los ‘Indignados’. Uno de sus objetivos es satanizar el mundo financiero por su irritante afán de lucro. Privatizan las incalculables ganancias. Pero si aparecen crisis se socializan los fracasos y con los dineros de los contribuyentes superan los contratiempos. El capital de los bancos se forma con los depósitos de los usuarios. A pesar de esto, los préstamos siempre favorecen a los pudientes. Esta desigualdad hay que corregirla.
Si se va a fútbol, al teatro, si se acude a un lugar de recreación, hay que pagar impuestos. Si un ciudadano logra que le financien una casa, tiene que pagar un seguro de vivienda, por si algún desastre afecta inesperadamente su hogar. Todos, querámoslo o no, trabajamos para el Gobierno. Esto ha sido en todas las épocas y en todas las naciones.