Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Noviembre de 2014

Colombia y su cultura

 

Las universidades, las academias, los centros humanísticos y por encima de todo, los hombres del sector científico y espiritual, conforman la esencia de una nación.

La ciencia tiene que ser en su origen, patrimonio de todos, fundamentalmente democrática. Pero sobre la base democrática se ha de levantar en seguida la pirámide de la selección, terminada en punta, en genuina aristocracia espiritual. La verdad no ha sido nunca de la muchedumbre, sino de su espuma mental; y el hombre de ciencia ha de tener como estímulo supremo, el elevarse de esa muchedumbre y alcanzar una categoría, sin privilegios materiales, ni hereditarios, pero de estricta preeminencia -como la espuma- sobre el mar de sus contemporáneos. Este es el sentido de las academias y de las asociaciones intelectuales. Por otra parte, las academias fueron, al nacer y deben ser siempre, órganos activos de cultura, libres y ágiles en cierto modo rebeldes frente al prejuicio sin fundamento. No tiene sentido aquello de que las academias son rígidas y jamás evolucionadas. La realidad prueba lo contrario.

Bolívar con frecuencia ha sido motivo de investigaciones filológicas. En su variada producción política y literaria destaca la vocación intelectual de los colombianos. Afirmaba que lo humanístico es lo que diferencia al hombre de los salvajes... Simón Bolívar no fue solo libertador con su espada, como adalid de la gesta guerrera, sino que supo serlo también con el pensamiento, mediante la palabra y la pluma, como creador de instituciones y modelador de conciencias. Para él, el idioma fue un magnifico instrumento de comunicación, diestramente empleado en favor de la causa de la Independencia. Muchos estudiosos escribieron libros sobre Bolívar humanista, orador, escritor, movilizador de ideas. En sus 204 años de historia de Colombia, siempre se destaca lo intelectual, en las hojas libertarias de los próceres y de los precursores. El gran Antonio Nariño fue un extraordinario valor literario y mental. Bajo el estímulo de gobiernos paternales o en el rigor de nuestras guerras civiles, se publicaron libros, ensayos y una gran variedad de trabajos sobre multitud de temas. Considerada Colombia en lo espiritual ha sido un florecimiento excepcional de personalidades literarias. Caldas, Torres, Vargas Tejada, Francisco Antonio Zea, Florentino Gonzalez, Jose Eusebio Caro, Cuervo, Suárez, López de Mesa, Isaacs, Rivera, Barba Jacob, León de Greiff, Silva, Carranza, Félix Restrepo, y tantos más.

Convivencia y alegría es el tronco del letrado; respeto a sus conciudadanos, generosidad y comprensión. En la pobreza, en la adversidad, el hombre culto, no se dobla como el trigo segado. En la riqueza, en los honores, no se hincha de soberbia ni de orgullo, ni poderosos, ni millonarios puede someterlo.

Un pensador -Miguel Antonio Caro- afirmo. “El gran humanista es el valor emblemático de una nación. Vive con los hombres de su época y reflexiona con los antiguos. Es el personaje señalado para orientar a su comunidad. Piensa más en las próximas generaciones”.