Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Diciembre de 2014

CINCUENTA Y  CINCO AÑOS

Del Centro de Estudios Colombianos

El  Centro de Estudios Colombianos -CEC- fue fundado, hace 55 años, por dos figuras egregias: el presidente Mariano Ospina Pérez y Álvaro Gómez Hurtado. Surgió de la idea maravillosa de luchar por una Colombia más progresista, innovadora, justa, dinámica y respetable. Colombia es todo lo que nos une, nos aglutina y cohesiona. El buen patriota es el que desea lo mejor para su nación. El Centro de Estudios Colombianos siempre ha sido una prodigiosa cantera de ideas, de programas, de proyectos, de inquietudes y orientaciones nacionalistas. Igualmente, un centro donde se han forjado hombres de pensamiento, estadistas, conductores, catedráticos, ideólogos.

Recordemos algunas realizaciones extraordinarias surgidas del CEC en provecho de Colombia. Gabriel Betancourt Mejía lanzó la redentora idea del Icetex, institución que ha permitido a miles de colombianos hacer especializaciones en varias disciplinas científicas. En la dinámica presidencia de Rodrigo Llorente Martínez se implantó el sistema UPAC que significó darles vivienda a millones de compatriotas. Rodolfo Martínez Tomo tuvo la paternidad del SENA, organismo emblemático en aquello de capacitar tecnológicamente a los más pobres en el ámbito de la productividad. Yo propuse la creación del Ejército antiguerrilla, la gratificación a los delatores o cooperantes y el cambio de identidad para el testigo amenazado.

El Centro de Estudios Colombianos ha sido para la comunidad un tanque de ideas y un luminoso sitio de inquietudes redentoras. Repetimos una y mil veces que al mundo lo mueve la idea constructiva y la orientación fecunda y salvadora. Alberto Dangond Uribe impuso en Colombia en tiempo triple “A” en televisión, el impactante programa académico relacionado con la historia mundial del siglo XX. Duró 35 años. Tuvo resonancia internacional. Otros países imitaron este estilo de difundir la historia. Rafael Nieto Navia, internacionalista excepcional, catedrático de sólido prestigio, ha adoctrinado al país con sus profundos conocimientos científicos en temas conectados con la integridad territorial. Sobre este punto, en uno de mis libros sostengo que “Colombia ha perdido la mitad más grande de su suelo”, por falta de conocimientos de multitud de dirigentes. Rafael Nieto repite que la tierra colombiana, en las mesas de negociaciones, es como una tela ordinaria que cada vez se encoge más y más.  Muchos países han girado en torno de sus centros científicos. Francia ha estado representada por su prestigiosa Universidad de La Sorbona, Inglaterra por Oxford, EE.UU. por Harvard. España por la antigua Universidad de Salamanca.

El Centro de Estudios seguirá una antorcha dando resplandores a Colombia. Justamente su tribuna acaba de ser ocupada por Alejandro Ordóñez Maldonado quien dictó una conferencia histórica sobre los diálogos de paz de La Habana, en que analizó con gran ponderación y penetración los temas, objeto de preocupación nacional. De la controversia académica surge la verdad. En los recintos de investigación se decantan las teorías, se equilibran las tesis y se procura la equidistancia. Todos los extremos son peligrosos y explosivos. La tolerancia, el respeto a lo diferente, es lo que el pasado aconseja y el porvenir reclama. Para el año 2015 el Centro de Estudios Colombianos prepara proyectos, propuestas e ideas innovadoras.