La educación con democracia entra
Durante los últimos días el país se paralizó por el movimiento de los estudiantes, que rechazaban el proyecto de ley de reforma a la Educación Superior. La protesta, que significó el congelamiento de las actividades académicas, con participaron de universidades públicas y privadas, ha involucrado a padres de familia, educadores, rectores y al Gobierno nacional, que en cabeza del presidente Juan Manuel Santos anunció el retiro de dicha iniciativa en el Congreso.
La magnitud de las protestas, que en Bogotá concentraron a más de cien mil jóvenes provenientes de varias regiones del país, no se veía desde hacía muchas décadas. Y tampoco se habían cumplido de manera tan respetuosa, alegre ni pacífica, en una actitud de apego a la civilidad y sin necesidad de que interviniera la Fuerza Pública.
El liderazgo de los estudiantes y su acceso a los medios de comunicación sirvió para mostrar que en las universidades hierve un sentimiento de participación democrática. De apropiación de los derechos consagrados en la Constitución de 1991. Como el derecho a la educación. A la protesta. Y que no es cierto que nuestros jóvenes estén de espaldas a la realidad nacional, ni que no entiendan la necesidad de actuar activamente, en el marco de la Constitución y la ley, en defensa de sus intereses. En defensa de los valores democráticos. Que coinciden con la mayoría de los colombianos.
El presidente Santos ha sido respetuoso de la protesta estudiantil. No la ha satanizado, ni la ha condenado. Tampoco la ha criminalizado. Ello muestra el cambio y la madurez de nuestro sistema político, y el espíritu liberal del Primer Mandatario. Y eso que las protestas se han dado en medio del mayor golpe militar dado a las Farc, como fue la muerte en combate de su comandante “Alfonso Cano”.
Las masivas movilizaciones estudiantiles indujeron al Ejecutivo a trazar un nuevo rumbo de debate del proyecto de reforma a la Educación Superior. O mejor, a comenzar de cero, como lo anunció el presidente Santos, porque se necesita involucrar en el mismo a toda la comunidad: a rectores, estudiantes, maestros, padres de familia, dirigencia política. A quienes interesa una reforma de la educación.
Las marchas en realidad fueron un campanazo de alerta al Gobierno nacional sobre las nuevas maneras de movilización social y protesta ciudadana, inspirada en los movimientos que estremecen las capitales del mundo, como Madrid, Nueva York o Buenos Aires. Muy lejos de los partidos políticos y con nuevos liderazgos surgidos de la cantera universitaria.
Retirada la iniciativa es de esperar que los estudiantes vuelvan a las aulas a terminar sus semestres académicos. Y a evaluar lo acontecido. Son bastantes las lecciones que ha dejado este episodio. Es mucho lo que nuestros jóvenes tienen que aportar en el diseño de un nuevo país que requiere un modelo incluyente de educación superior. Pero ellos tienen que celebrar que en Colombia hoy nadie tiene que tomar un fusil para cambiar las leyes ni modificar el destino colectivo. Porque aquí la educación con democracia entra.