Descansar es morir
Terminada una satisfactoria jornada de cuatro años en Santander, los comentarios y preguntas más frecuentes de familiares, amigos y periodistas tienen que ver con lo que me propongo hacer, siempre deslizando una frase alusiva al descanso. “Ahora sí toca descansar”, “siempre es bueno un descanso”, “¿va a descansar unos meses?”, “le llegó el momento de descansar”, “es hora del descanso del guerrero”. Y la de Rosita: “descansa y deja descansar”.
Expreso enfáticamente que no me siento cansado. Las arrugas son de la edad, no de cansancio. Hoy precisamente estoy cumpliendo años. Solo sesenta y nueve. Y es precisamente por ello que considero un absurdo pensar en descansar.
Si tuviera muchos años por delante tal vez tendría tiempo de descansar. Ya no. Quiero es vivir intensamente lo que falta, ser útil, ayudar, continuar involucrado con la sociedad a la que tengo el privilegio de pertenecer, colaborar con el País, trabajar, escribir, leer bastante, enseñar, estudiar, debatir con objetividad, discutir sin sectarismos, participar en acciones que le den importancia a la política y satisfacciones a mi Partido, conversar con la juventud, departir con los amigos, viajar para conocer y aprender; en fin, ser constructivo, positivo, ejemplar ciudadano, aprovechar bien el privilegio de pensar.
Desde luego, deseo estar más cerca de la familia. Contar con ella es mi mayor felicidad. Mamá se marchó hace poco y me dejó la alegría de haberla querido y abrazado muchos años. Están Rosita, Sandrita y Andrés con Sebastián y Nicolás, Rosita, Horacio José, hermanos, cuñados, parientes queridísimos y amigos que también son familia, correligionarios, con los que anhelo conversar, visitar, departir, de manera que no sobre tiempo para descansar.
Descansar es morir. Es dilapidar la oportunidad de intervenir y de obrar, desatenderse del entorno social, jubilarse en la capacidad de discernir, dejar de reflexionar, abandonarse en la inacción, alejarse del constante examinar de las cosas. No lo voy a hacer. No hay vida si no se vive intensamente. Existir quiere decir apreciar, aprovechar, experimentar, gozar cada momento.
Hace pocos días un amigo para elogiarme me llamó “Patriarca”. Me dio terror, porque no lo merezco y porque generalmente el término se otorga a las personas de las que ya poco o nada se espera. No lo acepto. Ni quiero que me digan que estoy por encima del bien y del mal. En política esa frase es el decreto de jubilación. ¡Nanai cucas!
No estoy detrás de sueldos ni de elecciones ni de honores. No es que me engañe creyéndome joven. Después de 47 años de vida profesional, 42 de ellos en la actividad pública, con alegrías y sinsabores, con éxitos y fracasos, deseo es estar activo, vigente, luchando por causas que valgan la pena. Hasta el último día.
Ojalá no llegue a la edad de la inutilidad. Si me toca, le prohíbo a mi familia que me vista con sudadera, me ponga cachucha y me mande a pasear el perrito. ¡Mamola! Lo que quiero es seguir viviendo de verdad.