HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Diciembre de 2011

 

Un señor muy extraño

 

Si algo caracterizó el único gobierno reelegido del presente siglo fue la producción de toda una suerte de personajes extraños que desempeñaron altos cargos durante esos ocho años, o en todo caso estuvieron cerca del poder central. Desde un culebro-filósofo que reducía todo a problemas semánticos, pasando por un “mechuda” al que el Jefe le iba a “dar en la jeta” si lo veía y otro al que llamaban “el cura”, que no predicaba y tampoco aplicaba, hasta uno al que le decían “el profe”, con la paciencia de Job para usar el sótano de Palacio, que no enseñaba sino malos ejemplos.

Pero entre todos, ocupaba especial sitio de honor uno que cambió la psiquiatría por la locura del poder y la ternura por el autoritarismo. Le encargaron hacer la paz con unos grupos armados que nunca figuraron en la propuesta de campaña del candidato que lo nombró y terminó en guerra con casi todos, hasta con los que pactó.

Fue imaginativo en la tarea, tanto que hasta desmovilizó un grupo imaginario sin hacer mayores preguntas. Ni los uniformes nuevos, ni las botas recién compradas, ni la cola de caballo y el manicure del “jefe”, ni el tono de ñeros de la calle de los “efectivos” le hicieron sospechar. Todo, dice, es culpa de la inteligencia del Ejército, no de la desinteligencia de él. La misma disculpa entregó un ministro de esa época cuando lo procesaron por afirmar de un Juez que había trabajado para el cartel de Cali.Y ahora que lo van a investigar por ese hecho tan protuberantemente burdo que hasta los comunicadores más gobiernistas de ese tiempo lo advirtieron, decide acudir a la más vieja de las tácticas del gobierno al que sirvió y del que se sirvió. Ataca a quien debe investigarlo, trayendo a cuento temas que nada tienen que ver con el objeto de su indagación y que solo buscan deslegitimar a su investigador.

Es la misma escuela de su ex jefe. Exactamente la que se utilizó en contra de la Corte Suprema de Justicia cuando allá se adelantaba la investigación para averiguar cómo había sido el tejemaneje de la reelección presidencial, que finalmente estableció judicialmente las “canonjías” que el gobierno de entonces pagó para quedarse cuatro años más en el poder.

Al día siguiente de aquel fallo, el extraño señor de aquel extraño gobierno, contraatacó denunciando a la Corte Suprema ante la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara con fundamento en información ilegalmente obtenida a través de los seguimientos ilegales del DAS contra las Cortes, convenientemente “lavada” por periodistas amigos. Eso puede constituir lo que el Código Penal llama fraude procesal, porque se engaña a un funcionario para obtener, o por lo menos intentarlo, un resultado judicial o administrativo contrario a la realidad.

Es curioso, pero por esos hechos jamás investigaron al extraño señor, pero ahora lo van a investigar por algo parecido. Es la prueba plena de que los abuelos tenían la razón: El que ha sido, no deja de ser.

@Quinternatte