HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 15 de Julio de 2014

Jamestuoso 

“El fútbol se juega con los pies, pero se gana con la cabeza”

POR HUGO QUINTERO BERNATE

Como ocurre con todo lo bueno, no dura. El mejor mes de cada cuatro años ha terminado y debemos regresar a la dura realidad cotidiana. 

Para fortuna nuestra, el balance de la presentación de la Selección Colombia ha sido el mejor de toda la historia de su participación en los mundiales de la categoría de mayores. Ningún colombiano menor de 20 años recordaba a la Selección participando en un mundial, pues hacía 16 años que no clasificábamos. Y lo peor -¿o lo mejor?- es que han quedado acostumbrados a resultados que superan en mucho todos los registros conocidos del fútbol nacional hasta ahora.

Nunca una Selección nacional había marcado tantos goles en un mundial de mayores. Esa docena no sólo es un record histórico, sino que demuestra la nueva mentalidad de esta generación de futbolistas. Son jugadores con  vocación ganadora, que no juegan hacia los lados en ese toque-toque insulso del “perder es ganar un poco”, sino que tienen claro que perder es perder y que, contrariando al Barón de Coubertin, no sólo hay que competir, sino ganar. O al menos intentarlo.

En ese orden fundamental que el cuerpo técnico de José Néstor Pékerman instituyó en la Selección Colombia, encontró una camada de jugadores cuya mentalidad ha sido forjada, en la mayoría, en equipos extranjeros en los que algunos militan desde adolescentes. James Rodríguez, Falcao García, o los Juanes, Cuadrado y Quintero han sido formados más afuera que aquí. Son prueba plena de que el fútbol se juega con los pies, pero se gana con la cabeza.

Esa forma de “transferencia de tecnología” que se logra enviando a nuestros jugadores al exterior se refleja en el profesionalismo con que asumen sus compromisos, en la seriedad de sus concentraciones y en la ausencia de escándalos de cualquier tipo alrededor de la Selección.

Todo eso se nota, por ejemplo, en el logro histórico que acaba de conseguir James Rodríguez, el mejor jugador de la Selección e integrante del equipo ideal del torneo. Por primera vez en nuestra historia futbolística, el goleador del mundial es colombiano. Rodríguez, probablemente el apellido más común en Colombia, figura ahora estampado con letras de oro en los anales históricos de la FIFA que registran los “botines de oro” de cada mundial.

Como si lo anterior no fuera suficiente, nuestra Selección obtuvo el trofeo al juego limpio (Fair Play). Fue la escuadra que menos sanciones disciplinarias recibió. La que más decente y gallardamente jugó. Eso sí es un logro que nada tiene que ver con este país o por lo menos con la gran mayoría de su dirigencia.

Colombia, que en sus intrigas de poder privado o público, siempre ha sido un escenario natural de la marrulla, la zancadilla, la falta artera, la trampa diaria, es capaz de producir una Selección de muchachos que en los campos deportivos no reflejan nada de lo que han sufrido en carne propia.

No estaría mal que el “fair play” de la Selección se trasladara a todos los campos nacionales, o por lo menos al campo, donde a los campesinos nunca les juegan limpio.  

@Quinternatte