HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Junio de 2012

Políticamente (In) Correcto

 

La respuesta que la exfiscal general (e) Martha Lucía Zamora le remitió al columnista Felipe Zuleta Lleras por las acusaciones que éste le hizo, ha generado un nuevo cargo de éste contra aquella, ahora por supuesta “homofobia”, que Zuleta deduce de habérsele llamado la atención para que consulte antes de “escribir a la loca”.

Verdaderamente preocupante que quienes se declaren de alguna minoría pretendan imponerles a empleados públicos e incluso a sus mismos colegas, la exclusión de palabras, frases o expresiones de uso habitual o común porque les puedan parecer políticamente incorrectas o porque desde sus propias paranoias las encuentran discriminatorias.

Y hablando de paranoias, a mí empieza a “entrarme”. El párrafo anterior lo modifiqué porque inicialmente iba a referirme a quienes son “miembros activos de la comunidad homosexual”, pero recordé que no todos son “activos”, pues hay bastantes que solo son “pasivos”. Para que no me tilden de discriminador.

¿Cuál será la razón por la que algunos de las minorías -o que dicen serlo- carecen de sentido del humor y son tan intolerantes cuando exigen tolerancia? Yo, por ejemplo, que soy de la minoría más mínima: heterosexual casado, no me imagino protestando porque los homosexuales se apropiaron de la franja de la tarde de la radio o porque ahora quieran ser los únicos casados.

Pero sí reivindico que uno pueda hablar, discutir, confrontar y disentir de cualquiera, sin que tenga que hacer antes una investigación sobre sus tendencias sexuales para saber si puede llamar o no “voltearepas” a una política que haya cambiado más de bando que Roy Barreras y que de pronto resulte ser de la “comunidad LGTB”; o sobre el porcentaje de melanina en la piel  de mi oponente para calificar sus intenciones de “oscuras”, sin ser objeto de una acción judicial; o qué tan rubio y blanquísimo, como  esos grandulones de Guateque o de Garagoa, debe ser alguien para que pueda calificar que sus argumentos son “un pálido” reflejo de algo.

A partir de cuántos kilos es intolerable que se descalifique el discurso de alguien por razones de “peso”, o hasta qué grado de delgadez puede criticarse a alguien por “ligero o vacuo” o desde qué tamaño puede reclamársele a un abogado su falta de “estatura jurídica”.

El problema es tan serio que uno puede terminar siendo acusado de ofensivo o de intolerante si le llama la atención a algún periodista por “pasarse de la raya”, sin saber que usa la nariz para algo más que olfatear, o si lo acusa por la falta de “sobriedad” de sus escritos, sin saber de sus aficiones etílicas; o si pondera alguna comunicadora por ponerle el “pecho” al peligro, sin saber de sus atributos.

Con todo esto de la intolerancia del lenguaje creo saber quiénes son los que prohibieron el uso de “poner” para cambiarlo por el odioso “colocar”.

@Quinternatte