Humanos (I) | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Septiembre de 2016

Aquí estamos.  Tú con tus luces y sombras, tus aciertos y errores.  Yo con mis luces y sombras, mis aciertos y errores.  Son las huellas de tu humanidad y de la mía, de esa gran humanidad de la que hacemos parte.  Tú y yo -siendo tan distintos o tan similares- solo somos expresiones de esa gran humanidad.  En realidad somos uno, aunque se nos haga creer algo diferente.  La misma humanidad está en ti y en mí, al igual que todo el océano está en dos gotas de agua.  El gran y maravilloso misterio es que somos a la vez uno igual y dos distintos.  Si nos detenemos un momento en el tiempo nos daremos cuenta de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, muchas más las vivencias que nos hermanan que las que nos distancian.  Hemos atravesado experiencias similares como la concepción, la vida intrauterina, el parto, la infancia… Estamos hechos de lo mismo.

Nuestra humanidad, la tuya y la mía, comenzó como una fusión entre dos células diminutas y poderosas a la vez.  Puede que las condiciones en las que se produjeron esos encuentros disten bastante: uno pudo haber sucedido durante la luna de miel de una pareja sin planes de tener hijos, en la lujosa suite de algún resort;  el otro se pudo haber dado en medio de un sórdido callejón, fruto de un abuso sexual. En ambos casos, la fuerza de la vida superó las circunstancias. Dos alumbramientos, dos luces encarnadas en seres humanos, iguales en su esencia, diferentes en la expresión de la existencia.  A pesar de las diferencias de tiempo, lugar y contexto, hemos experimentado alegrías, dolores, miedos, sorpresas, frustraciones, duelos.  En nuestras caras se han dibujado sonrisas; nuestros rostros se han bañado en llanto; nos hemos tropezado y caído, tú con tus obstáculos, yo con los míos. Por diferentes que seamos en color de piel o cabello tenemos el mismo origen. 

Entonces, si es a la vez tan similar y tan distinto, ¿qué es un ser humano? Por supuesto no existe una única ni verdadera respuesta.  Solo te planteo aquí las mías, las de hoy, que podrán cambiar a medida que yo mismo avance en la ruta de la existencia.  Un ser humano es una expresión individual del amor, entendido como la fuerza universal que sostiene todo lo que existe. Es una chispa de humanidad revestida de células, emociones y pensamientos, creada para trascender.  Un todo dentro de un todo mayor, así como las matrioskas rusas. Un ser humano es un destello de luz con la posibilidad de ser la luz misma.  Pero, para poder ser luz es preciso integrar las sombras.  ¿Quién, acaso, no las tiene? ¿Quién puede presentar una vida perfecta, sin tacha ni mancha? No hemos aprendido aún a reconocernos y hermanarnos con todo lo que somos.  Te propongo hacerlo, sin demora.