En un formidable escrito reciente del periodista Humberto Leyton, relacionado con el supuesto título de Barranquilla, como "verdadera Ciudad Musical de los colombianos”, crónica de Darío Ortiz en el Nuevo Día y a la que Leyton considera "un jalón de orejas con argumentos irrefutables", me sumo con su venía al debate que surge al respecto y del cual debemos participar todos quiénes como tolimenses nos sentimos con el deber de hacerlo.
Ibagué es la "Ciudad Musical de Colombia", siempre lo ha sido y lo seguirá siendo. Su historia su condición, su naturaleza, su gente en general.
Sus compositores maestros del pentagrama inspirados en sus mujeres, el paisaje y sus costumbres.
Sus cantantes e intérpretes maestros de la bandola, el tiple y la guitarra. Coros, Rondallas, Tunas agrupaciones de distinta índole.
Temas musicales universales y con diferentes gamas de instrumentos; y con singular especialidad, aquellos propios del Tolima Grande como el pasillo, el bambuco, el raja leña, y el sanjuanero; ritmos tradicionales como la caña y la guabina.
Amén de todas las expresiones musicales del folclor nacional y universal, sus bandas y orquestas sinfónicas, el festival nacional del folclor, el Festival de duetos.
El Conservatorio hoy Universidad Musical y otros escenarios que la ciudad posee para hacer honor a la música de manera integral, incluida la costumbre familiar de crecer en medio de sus notas y canciones.
El Bunde del Maestro Castilla e infinidad de compositores y artistas. Garzón y Collazos, Silva y Villalba, Emeterio y Felipe voces que unieron al Tolima Grande; Pedro J Ramos, Cesáreo Rocha, Enrique Aragón, José Faxir Sánchez, Miguel Ospina, Leonor Buenaventura, Manuel A. Bonilla, Cantalicio Rojas, José Ma Rincón Becerra, Camacho Toscano, etc, etc…Faltándome por incluir muchos de épocas anteriores y todos los actuales con sus nuevos ritmos.
Son grandes los esfuerzos por largos años de doña Amina Melendro, Doris Morera, el Maestro Zambrano, Adriano Tribin -otrora organizador de las festividades anuales- Betty García y Consuelo de Chaves, entre tantas valiosas personalidades dedicadas a conservar esta tradición.
No es entonces únicamente la construcción de un fastuoso escenario lo que se requiere para ostentar tan honroso título, sin demeritar para nada el aporte de Barranquilla a la cultura musical colombiana, junto a sus más connotados exponentes. Por el contrario, nos simpatiza su emulación, y así mismo el de otras ciudades del país que quieran hacerlo, porque es esa ya una gran satisfacción como consecuencia de nuestro esfuerzo histórico.
Sin embargo, no podemos dormirnos en los laureles, la llama se extingue si no hay quien le provea los elementos y condiciones para que brille y continúe iluminando el sendero. Es ese el reto de las generaciones de relevo.
Lo más grave es olvidar lo que hemos sido y con indiferencia, dejar de lado el legado histórico de los mayores.
Debemos seguir luchando por nuestro festival folclórico, así los gobernantes no pongan atención, porque les falte amor y compromiso.
No puede suceder que si no fue posible volver a realizar unos juegos deportivos nacionales, como aquellos que nos dieron realce en otra época, tampoco vayamos a ser capaces de volver a disponer de sus escenarios.
Pero es que también el desarrollo industrial no pasó de ser una quimera.
Tampoco ha habido zona franca, ni desarrollo turístico, ni vocería política nacional; casi que ni agricultura ni ganadería como siempre las hubo. Y ahora, ni folclor ni música. ¿Entonces a que jugamos?
La responsabilidad, si queremos una transformación y un legítimo cambio que haga merecedor a Ibagué y al Tolima de sus títulos, recae en las actuales y nuevas generaciones. Ellas son las dueñas del futuro. Nosotros ya cumplimos. Por fortuna sin cargos de conciencia.