Muy dramática la situación económica. Llegamos al extremo que planteaba un experto estadista: cobrar o imponer cargas tributarias es como quien despluma un ganso… le va quitando plumas, hasta que el animal empiece a chillar. La triste realidad es que los gobiernos, no solo el de Gustavo Petro, todo lo tratan de arreglar con reformas tributarias, como si no hubiera otra alternativa.
Hoy en Colombia, según datos oficiales, la recuperación económica del 22, ha sido tan rápida y exitosa que se puede contar con 10.000 billones, es decir, un sustancial porcentaje de lo que se pretende recaudar. Y la austeridad administrativa, si se impone la voluntad política del gobierno proporcionaría otro enorme alivio. Tenemos, por ejemplo, más asesores y consejeros presidenciales que ministros. Y cada plutócrata cuenta con carros de alta gama y una importante cantidad de subalternos.
Las nóminas paralelas son otro hueco escalofriante de las nóminas oficiales. El costo millonario en viajes innecesarios, celulares, gastos de representación, etc.
Según los más entendidos, abundan los casos en que, de cada cien pesos, el 80% de lo percibido por un empresario, es para el gobierno. Una demanda ante la justicia para anular esta extravagancia prosperaría, con el argumento no solo de la lógica, sino de la Constitución. La carga impositiva debe ser proporcionada, equitativa y soportable.
Sobre los impuestos proyectados, el ministro de Hacienda dice lo que sigue: para ganancias ocasionales 39% (herencias de más de $130 millones), aumento del gravamen para el combustible en las fronteras, (afecta a los pobres); hace ruinoso el impuesto a los dividendos. En este caso, muchos comentan, es carga para los ricos. No señor. Este impuesto es triple, pues afecta al inversionista con 35% -existe- y le grava el dividendo con 35%.
Estas situaciones dan lugar a la sabia sentencia que reza: cuando los impuestos asfixian, el “capital ataca huyendo”. Si el inversionista busca otro país para trabajar, los pobres se quedan sin empleo y fatalmente merman los ingresos del gobierno.
El exministro Cárdenas Santamaría expresó en su columna en El Tiempo que algunos de los impuestos que hoy tratan de aprobar ya habían sido abolidos y señala que una tributación razonable incita a pagar diligentemente, ganando el Estado, pues se evita el cierre de empresas.
Para poder pagar nuevos impuestos los empleados (9 millones de salario), tendría que destinar tres o cuatro meses para cubrir el gravamen.
Esta manera de castigar al ciudadano fiscalmente, desmotiva el ahorro y desmoraliza a la población, al punto que se puede caer en el caos y el desorden.
No olvidemos el estallido social de hace dos años por un imprudente proyecto de gravar al pueblo para recaudar una cantidad muy inferior a los $25 billones que busca el presidente Petro. Colombia es de los países que más pierde con la corrupción… Los pocos peces gordos que se logra condenar, acogiéndose a la rebaja de penas, obtienen una excarcelación rápida y como no retornan nada de lo hurtado, disfrutan a sus anchas lo mal habido.
El proyecto de Reforma Tributaria ha creado un malestar gigantesco, pues anhela acabar con algunas exenciones como los beneficios al turismo, la construcción de casas de interés social y otros casos similares. Los hoteles, el transporte, los restaurantes y otros sectores económicos se favorecen con el turismo. Desproteger el gremio, indirectamente lesiona otras agrupaciones económicas.