La tal “agenda” de Duque para esculcar sin piedad los bolsillos de los pobres no tiene nada de social. Carrasquilla y sus asesores, impulsados por los “sabios” que trajeron a unos costos incalculables, escudriñaron hasta lo que nadie tiene, para arrebatárselo, sin tocar a los de arriba.
Hasta ahora el proyecto de reforma tributaria nadie lo conoce en su integridad. A cuenta gotas lo van soltando a los potentados, mientras lo disfrazan para mostrarlo a las clases populares, que de difícilmente podrán entender semejante galimatías.
Contempla casi todo lo que no lesiona a quienes todo lo tienen, mientras los de abajo, ven evaporar el alza de los salarios para el 2021.
La “canasta familiar” subió de estatus. En adelante cabrá en una “chuspa”. Lo esencial no podrá ser adquirido por la población de menesterosos, en que se convertirá Colombia.
Los salarios de la generalidad de los compatriotas, que están por fuera de las nóminas oficiales, se convirtieron de la noche a la mañana, en suntuarios. El Presidente “megapensiones”, a las que están por encima de 7 millones, sin descontarles el castigo del 12% que les aplicó, Uribe.
Quienes manejan la gran producción y el dinero no se han percatado de que sus inventarios crecerán estruendosamente, porque no habrá consumo.
Este derrochón gobierno no admite la reducción del gasto público, ni la disminución de los exorbitantes salarios del enjambre de asesores presidenciales, de funcionarios sin funciones que engrosan la nómina y mucho menos controlar la utilización de los aviones, incluyendo el presidencial, para vacacionar. Tampoco tocar la incalculable flotilla de autos de alta gama para funcionarios que ni fu, ni fa, con “megasalarios”. Tampoco se vislumbra una normalización de las compras sin licitaciones, ni control, como se observó durante la pandemia. De la corrupción, ni se diga.
Es incalculable el ineficiente servicio diplomático. De los servicios de información del Estado, ni hablar, empezando por el vespertino de Duque y el oficial que se acaba de crear, con una nómina de 300 mil millones. Con ellos avanza se consolida el control de las noticias por parte del Estado. Se institucionaliza la “afirmación” en todos los medios, más no la información, como los denomina la saliente dirección del Washington Post, Marty Baron, para referirse a los estados, totalitarios, dictatoriales y hegemónicos, como el de Venezuela.
Pocos días le quedan a la investigación y a la crítica en Colombia. El gobierno construye una riqueza para montar un Estado sin controles que garantice triunfos electorales inmediatos, y por qué no: para resucitar la ley que amplía los períodos.
Todo esto cabe perfectamente y con holgura en la tal “agenda”, que nada tiene de social. Si esto persiguiera, restituiría las tierras, para crear de inmediato abundante empleo, producción para consumo y exportación, seguridad, eliminación de cultivos ilícitos, servicios públicos para los campesinos, educación y creación de riqueza.
BLANCO: Tremendo respaldo de las encuestas al Nobel Juan Manuel Santos.
NEGRO: La bofetada del gobierno a la colega Jineth Bedoya en la CIDDHH.