¡Por fin se conoció el calvario! Lo esperado caerá sobre millones de colombianos, que aún no se han repuesto de las penurias que les trajo y aún sigue aplicándoles la pandemia. Se esperaba que el gobierno Duque hubiera entendido que sus conciudadanos, los que por él votaron y aquellos que buscaban otros candidatos o se abstenían, al no encontrar un líder que los condujera por los caminos de la prosperidad, el desarrollo, la seguridad, la paz, la esperanza y la felicidad.
La irreflexiva cascada impositiva que el presidente calificó como “agenda de transformación social sostenible”, se precipitará sobre un pueblo en la miseria, el hambre, la angustia y el pesimismo. Era necesario motejarla, para esconder la malévola depredación que la reforma conlleva para la vida de un pueblo.
Quienes se atrevieron a plasmar en unas resmas de papel semejante desatino desconocen el país, sus posibilidades, sus penurias y la incertidumbre que de él se apoderan. Como suele suceder, encargan estas “funestas genialidades” a aprendices, o a curtidos economistas que tienen afán de riqueza fácil y que dependen de los dueños de la riqueza. De los amos y patrones de todo. De quienes desconocen que la generalidad de nuestra gente solo dispone de una menesterosa vida.
Para ellos solo existen las ecuaciones que aniquilan a los pueblos. Se amparan en las extremas, para manejar todo a su antojo.
Desde abajo, una población inerme, desesperada y sin aliento, mira hacia el cielo buscando un paladín, que con una luz, una brizna, o una migaja pueda calmar la centenaria ansiedad.
Cada artículo, cada literal, cada parágrafo, de estas reformas, penetran sin compasión los bolsillos de la gente que ya nada tiene.
La canasta familiar, ya arduamente golpeada, dejó unos resquicios que fueron descubiertos por los alcabaleros.
Muchos parlamentarios pensantes y con sentido social, empezaron a analizar la reforma, sin encontrar hasta ahora, objetivo alguno que represente alivio para las penurias de una nación convaleciente.
No hay articulito alguno contra la corrupción. Los $60 billones de la putrefacción permanecen intactos. Quien se atreva a tocarlos recibirá el calificativo de extremista de izquierda.
A este asalto no escapará colombiano alguno. Requieren $15 billones para la “mermelada faraónica” electoral del 22.
Aunque Duque dijo categóricamente que su mandato solo iría hasta el 7 de agosto del 22 a las 3 de la tarde, ya sus áulicos, están preparando la tradicional “jugadita” de los bachilleres, para burlar sus palabras…misteriosamente “aparecerá” un proyecto de ley, lubricado con mermelada “innombrable”, extendiendo el período presidencial, que pasará aceleradamente, según los congresistas del CD, los asesores y los millares de asesores de la Casa de Nari.