Las reformas volvieron soso el ambicioso lema “vivir sabroso”, que exclusivamente aplica para el Congreso.
El pésimo alcalde de Medellín lo anunció: “el Cambio en Primera”. Quizás no hacía referencia a los comicios, sino a la inercia del gobierno Duque, que dejó fundido al país, y la aceleración que urge Petro para aprobar reformas, antes que de la “palanca para mover al mundo” lo deje varado, según es tradición en cada coalición.
En condiciones normales, un automotor se inicia en Primera; ese cambio, Forzado, permite sacarlo del “estado de reposo”; ineficiente, es lento, consume mucha energía y produce ruido. Así empezó a carburar la Tributaria, donde ya bajaron del bus a las “comidas chatarra”, y le metieron reversa al fin de la exploración petrolera.
Colombia es un país anormal. Aunque la batería de su población está agotada, siguió “empujando” para activar el cambio, y pasó a Segunda; pero son demasiadas las pendientes, el impulso puede perderse, y terminar de nuevo en el punto de partida, e incluso más bajo, pues en lo que respecta a tocar fondo siempre demostramos que podemos superarnos.
Tal como la Tributaria, vamos por la enésima propuesta para simplificar el Congreso, eliminar su reelección, bajar el salario a los parlamentarios y reducir sus vacaciones. Y no pasa nada: nada avanza. Mientras que medio país está en la pobreza, ellos ganan 37 salarios mínimos y disfrutan cuatro meses de vacaciones. Instinto de supervivencia, los padres de la Patria apelan a los impedimentos y los ausentismos para sabotear su propia reforma.
La película Bolívar Soy Yo termina con un Loco creyéndose Libertador; igual, los “articulitos” de Gustavo Bolívar mantendrían a los congresistas 25 mínimos, dos meses de vacaciones, y hasta tres reelecciones. Obviamente, “sin las tetas del Estado no hay paraíso*. Lo único bueno de su proyecto es que las inasistencias a las Comisiones, y no sólo a las Plenarias, permitiría demandar sus curules: ¡Trabajen vagos!
Inspirada por Ubuntu, Francia agrega “Soy porque Somos”: nada. La tributaria señala que el único defecto del Estatuto era la evasión de cárcel: no la falta de progresividad, las abusivas exenciones y deducciones, los antitécnicos parafiscales o el eternamente transitorio 4x1000. Tampoco la inequidad después de los impuestos y las transferencias.
Ahora, acentuando la segregación de clases y de razas, María Fernanda Cabal -esposa del presidente de Fedegan- y Paola Ochoa -esposa del exdirector de la Dian o actual presidente del Grupo Energía de Bogotá-, reaccionan de manera histérica contra el nombramiento de una Indígena como Embajadora ante la ONU.
No son parte de la rosca. Incluso, parece que desearan algún etnocidio; la primera descalificó hablando de “delirio incluyente”, y la segunda cree que bilingüismo es hablar “mierda” e inglés, desconociendo que existen el “ika, arhuaco y español”, o que en aquel organismo multilateral hay traductores y respeto por la diversidad.
Qué pesar “Buu radio”, eso les pasa por contratar a hijos de “amiguis”. No supieron asimilar una designación histórica, de alguien que no es Indigente, y ya había acompañado la Asamblea Constituyente de 1991. Qué oso ala, tras celebrar el Bicentenario de la Independencia, el arribismo de las élites sigue indignando.