Indispensable respeto (II) | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Marzo de 2024

Iniciamos mi comentario precedente con reclamo de respeto a la verdad y personas dignas de ella, protesta por falsas aseveraciones sobre cambios doctrinales del Papa Francisco, con referencia especial al trato de los LGBT y a sus uniones matrimoniales. Recordamos el n. 2357 del Catecismo de la Iglesia, publicado por S. Juan Pablo II, en 1993, y que el Papa Francisco no ha cambiado ni esta en vía de hacerlo. Sostiene el trato firme pero bondadoso de aquel documento, que culmina pidiendo: “Sean acogidos con respeto y compasión”. Lo anterior es un adelanto a “bendición privada, individual”, y no como pareja, que, con deseo de superación, ha autorizado el actual Papa.

Culmina, el referido texto del Catecismo, diciendo: “Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianos, a unir al sacrificio de la creación del Señor, las dificultades que puedan encontrar”. Es en esta tónica como se entiende la actitud misericordiosa del Papa Francisco, de bendición privada e individual y de ninguna manera sacramental a personas ubicadas en aquella actitud contraria a la naturaleza humana. 

Descartado que haya aseveraciones con apostasía de enseñanza cristiana en el Papa Francisco, sino reflejo de la misericordia del propio Jesús de Nazaret,  como expresó el Profeta, que lleve “al pecador a que se convierta y viva” (Ez. 39,11), crece orgullo santo porque de un exponente de nuestra tierra americana dirija hoy, como prudente y, acertado timonel, la nave de Cristo, siempre expuesta a tempestades, pero que sigue oyendo su voz: “No teman, Yo estaré con Ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,28).

Circunstancia que asombra, es revivir el inicio y primeros pasos de esta Iglesia, que surge bajo la sencilla, pero admirable labor de “el hijo del carpintero de Nazaret” (Mt. 13,55), que no busca como pregoneros de su Reino a prestantes figuras de su época, sino a sencillos pescadores de Galilea (Mt. 4,50), transformados por la fuerza de poder divino, en eficaces pescadores de almas, que abonarían su gran misión con su sangre. Que así haya surgido el cristianismo, es pregón de haber sido animado por el poder divino. Ni una página dejó escrita, directamente, Jesús, pero difundió la semilla de su Palabra, seguro de que: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24,35).

Verdades supremas son las pregonadas y explicadas a la humanidad por la Iglesia de Cristo, no definidas directamente por Jesús sino entregadas a los Pastores que en ella dejaría, para profundizarlas y aplicarlas a lo largo de los siglos, porque: “quien a vosotros escucha a mí me escucha” (Lc. 10,16). Es con sencilla y humilde presentación de la verdad cristiana, con salud un tanto débil, pero con firmeza de espíritu, como sigue, el apreciado Papa Francisco, acercándose con misericordioso trato a quienes tienen debilidades, bendiciendo individualmente sus vidas, con súplica a Dios de una final acogida a la misericordia divina. Su testimonio fiel de seguimiento a las bondades divinas, reclamo de indeficiente respeto, a las verdaderas enseñanzas, lejos de las falsas interpretaciones y “fabulas” de las que pedía precaución el Apóstol Pablo (2 Tim. 4,7).

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com