Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Junio de 2015

EL MUNDO HA CAMBIADO

Los nietos de la guerrilla

EL  comandante Fidel Castro, enfrascado en estudios de biología, en medio de plantas, cumple, este agosto, lleno de nietos y bisnietos, ochenta y siete años. Como el tiempo pasa, hace cincuenta y seis del triunfo revolucionario en Cuba, la imagen del dictador Fulgencio Batista es borrosa, han desaparecido casi todos los compañeros de la Sierra Maestra. Ahora, es  inminente el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos.

El mundo ha cambiado, a Marx lo estudian en las universidades, pero los activistas de izquierda no lo citan, los proletarios sufrieron metamorfosis, el muro de Berlín cayó, la tecnología alteró las relaciones humanas, la Unión Soviética se acabó, en Rusia algunos incrementan sus capitales, el proyecto guerrillero para tomar el poder en América Latina resulta inviable, el militarismo  cambia, la corrupción se refina, las desigualdades sociales aumentan, los integrantes del movimiento islámico pretenden imponer el califato, ejecutan áctos terroristas, decapitan, arrasan y destruyen monumentos históricos, se asientan, especialmente en Irak y Siria, declaran enemigos a los países de Occidente y en Colombia prosiguen los diálogos de los representantes del Gobierno con los voceros de las Farc, a pesar del escalamiento en el  conflicto interno que lleva decenios y resalte el consenso en cuanto a la urgencia de superarlo.

Si el expresidente Guillermo León Valencia viviera tendría ciento seis años y los fundadores del movimiento insurgente en 1964 han fallecido, entre ellos, hace veinticinco Jacobo Arenas y siete años Manuel Marulanda, por causas naturales. Los que conversan pertenecen a otras generaciones. Quienes empuñan las armas, en su mayoría, son los nietos de la guerrilla y bisnietos, directos o indirectos, los niños vinculados a ella. En el “Establecimiento”,  figuran en la vida pública -Paloma Valencia y Simón Gaviria, por ejemplo-, miembros de una tercera generación de políticos. A los cargos públicos se asoman ya los bisnietos del sistema. De los integrantes de las Juventudes Liberales de la década de los años sesenta del siglo anterior, quedamos pocos.

Cuando se habla del posconflicto, sin haberse terminado el conflicto, conocida la declaración de los jefes de la guerrilla de no aceptar  cárcel, hay un factor importante para tener en cuenta: la edad de los nietos  de la guerrilla.  Cualquier programa de reinserción, dentro del marco de perdón y olvido, debe ser distinto para  personas jóvenes, que inclusive no combaten por la ideología de los abuelos, del que se adopte para compatriotas de la tercera edad, metidos en la selva.     

La reflexión corresponde profundizarla y repasar las consideraciones del comandante Fidel Castro, anfitrión de los diálogos de La Habana, sus comentarios en cuanto a la lucha armada en el continente. Recuerdo que en el 2008 escribió su voluminoso libro La Paz en Colombia, documentado análisis histórico que mantiene vigencia.