JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Abril de 2013

De políticos y vaqueros
Leo las noticias sobre la forma en que Samuel Moreno y su hermano lograron montar el carrusel de la contratación y pienso que más que un carrusel debería ser contemplado como un cartel. Paralelo a este proceso retomo la forma en que Roy Barreras vende su firma y su ideología por votos como si los valores fueran un bien de cambio y el honor un mito de antaño. Finalmente termino reflexionando sobre las actitudes del expresidente Uribe quien se cree dueño del Estado al punto de considerar válido liberar información confidencial y poner en riesgo al Ejército de Colombia.
Detrás de estos tres incidentes hay material para que las reflexiones sobre el rol de los políticos en Colombia llenen libros con anécdotas infames e incoherentes. Pero al final de todas siento que Colombia es una especie de lejano Oeste, donde todos se creen la ley, la Constitución y la palabra final. Tanto así que se vuelve una verdad de Perogrullo decir que hay más Estados que partidos políticos y más burocracia que ideología.
Tomando el ejemplo de Uribe: que el expresidente se atreva a liberar dichas coordenadas no sólo refleja qué tan confiado se siente de ser la última autoridad, también se convierte en reflejo de lo difícil que es instaurar un orden absoluto en un país en el que los políticos se creen vaqueros de Hollywood. Sospecho que si hubiera sido un ciudadano común el encargado de revelar unas coordenadas, como lo hizo Uribe, probablemente enfrentaría un proceso judicial del que no se podría escapar con uno o dos tweets.
Lo macabro no está en que el Ejército permita que esa información se filtre, ni en que alguien sea tan irresponsable de hacer pública la información. Lo que debería llamar nuestra atención es que estos hechos involucran a la cúpula de nuestras instituciones, tanto políticas como militares.
Si no existe un orden, y un respeto, entre las personas que “piensan” o defienden el país, qué podemos esperar de la forma en la que se construyen las normas que definen la vida de los ciudadanos. El aprendizaje no deberíamos buscarlo en la capacidad de Álvaro Uribe para corromper los valores de los militares, sino en la forma en que las necesidades de la sociedad son el disfraz con el que los políticos visten sus necesidades personales.
En consecuencia, la normativa sobre la que se organiza nuestra sociedad no está construida sobre necesidades colectivas, sino que funciona como una plastilina que se amolda a lo que cada líder quiera. Como si el país tuviera tantas realidades como políticos, personas para las que lo importante no es hacer sino figurar y usufructuar.
@barrerajavier