Desigualdad judicial
Alias “Timochenko” escribe una carta con mala ortografía y Maria Jimena Duzán se riega en elogios intelectuales hacia el cabecilla de las Farc, por el mismo motivo José Obdulio Gaviria entra en cólera y se va en contra de Pastrana y en las redes sociales la gente debate sobre el carácter de intelectual que se le puede conceder a alguien que tiene mala ortografía.
Cualquier estornudo en las filas de las Farc es suficiente para abrir un debate de amor y odio sobre el carácter de dicho grupo y el valor que tiene el diálogo o la solución armada.
Piedad Córdoba cambia el color de su chaqueta y la sociedad de bien se riega en improperios y argumentos dignos sólo de aquellos que, como las Farc, deben recurrir a la violencia a falta de argumentos. Y aclaro, mi posición ideológica está en la orilla opuesta de la de Córdoba.
Álvaro Uribe y su antiguo gabinete se hinchan de orgullo y de falsa patria cuando señalan públicamente a Pastrana y a su proceso de negociación. Proceso sin el que el fortalecimiento del Ejército habría sido diferente y sin el que, probablemente, el propio Uribe no habría tenido el músculo militar que le permitió lograr lo que logró.
Sin embargo, hoy la Justicia perdona paramilitares a diestra y siniestra, ofrece rebajas de penas absurdas para políticos que tienen sus manos manchadas con la sangre de las víctimas de los grupos hijos de las Convivir y nadie dice nada.
La situación actual nos demuestra que las negociaciones con los paramilitares no son ejemplo de un buen proceso y que, por el contrario, permitieron que varios narcotraficantes se disfrazaran y lavaran su culpa con la patraña dirigida por Luis Carlos Restrepo y el gobierno de Uribe.
A mi entender, la sociedad colombiana de hoy es tan falsa como la interpretación personal que siempre hago de las opiniones de José Obdulio Gaviria. Él, al igual que “Timochenko”, escribe con la prosa vanidosa de aquél que cree que escribir difícil es sinónimo de inteligencia.
Es claro que JOG escribe con buena ortografía, pero todos sus argumentos pierden sentido cuando recordamos esos años 80: cuando su primo sembraba el terror y alimentaba la corrupción JOG nunca dijo nada.
Al igual que él, la sociedad se ha concentrado en identificar un único culpable y asumimos que eliminando las Farc se da fin a nuestros problemas.
Podemos optar por la opción inmediata y castigar al enemigo fácil. Pero guardar cómplice ignorancia ante la barbarie paramilitar es el combustible que alimentará el conflicto de mañana.