José Gregorio Hernández Galindo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Diciembre de 2014

El nuevo eufemismo

 

Ha sido liberado el general Rubén Darío Alzate, junto con las dos personas que lo acompañaban. Esa es una buena noticia, ante todo por el hecho de que los secuestrados se encuentran en perfecto estado de salud, según se informa oficialmente, y porque sus vidas e integridad no estuvieron en peligro.

Pero, además, esta liberación tiene importancia por cuanto hace 15 días fue precisamente el plagio de este alto oficial el que condujo a la suspensión de los diálogos de paz en La Habana, y entonces lo que todos esperamos es que el Gobierno y los dirigentes de la organización guerrillera reanuden con prontitud ese proceso, que busca la terminación del conflicto armado tras medio siglo de violencia, y en el cual muchos colombianos -infortunadamente, cada vez menos- tienen todavía confianza y esperanza.

Como ya lo decíamos en anterior columna, es la oportunidad para que se replanteen las condiciones mínimas en que los diálogos deberán llevarse a cabo en adelante. El Gobierno debe requerir a las Farc para que cesen de verdad y desde ahora  los ataques a la población civil, los secuestros, el reclutamiento de niños -una forma infame de secuestro, totalmente violatoria del Derecho Internacional Humanitario-, las voladuras de oleoductos y torres de energía.

Es probable que la guerrilla exija, por contrapartida, el cese el fuego bilateral, y también que el Ejecutivo se niegue a él, al menos con ese nombre, pero que se comprometa a disminuir la actividad de la Fuerza Pública en el territorio. Que, con los acostumbrados eufemismos inventados para que las palabras no golpeen tan fuerte, se proceda al “desescalamiento” del conflicto. Si nos atenemos a los componentes del nuevo vocablo, significaría un programa o plan concertado para “ir bajando los escalones de la acción militar, de parte y parte”. Todo indica que eso corresponde sencillamente a un lento, disimulado e imperceptible cese el fuego bilateral, que permita satisfacer la exigencia de las Farc, pero simultáneamente seguir diciendo que las negociaciones de paz  se conducen “en medio del conflicto”.

Hacemos votos porque, ojalá, ese “desescalamiento” sirva para salvar muchas vidas.

Ahora bien, en cuanto al general Alzate, ya en libertad, tiene muchas explicaciones que dar, no solamente al Congreso, que lo ha citado, sino al país. ¿Fue un secuestro o una entrega voluntaria? ¿Qué hacía en zona roja desprotegido y de civil, y sin avisar a sus superiores? ¿Por qué no respetó los protocolos que ha debido observar?